ANTOLOGÍA DEL RECUADRO
Una mañana en América
Publicado el 13 de febrero de 1980
No crean que cuanto los americanos dejaron en Sevilla fue únicamente el olor a cebolla y a mostaza de hamburguesas y perritos calientes en el Sloppy Joe's de la calle Asunción. Hay toda una Sevilla levantada de nueva planta a la usanza americana que ... muchos desconocen y que al cronista le fascina, y que es la barriada de Santa Clara, que se hicieron los americanos cuando estaban aquí. Lo sorprendente de los americanos es que donde quiera que van se levantan un tinglado muy curioso, de modo que aunque estén en pleno desierto no les falta ni su cocacola, ni su leche de paquete, ni su cerveza en lata, ni su aire acondicionado. Viendo el 'Apocalipsis Now' de Coppola podía comprobarse cómo en Vietnam los americanos se montaron también su barrio de Santa Clara, todo prefabricado, fresco y recién importado de los Estados Unidos.
El barrio de Santa Clara empieza por llamarse de un modo que pondría nerviosos a los americanos: Santa Clara de Cuba, precisamente de Cuba. Y en su callejero hay todo un voy-por-rutas-imperiales muy de la época de su construcción, porque tiene el nomenclátor de la Escuela de Estudios Hispanoamericanos, que seguro que se lo buscó un verano en La Rábida don Vicente Rodrigues Casado: Salto de Alvarado, Diego de Vargas, Gaspar Pérez de Villagrán, Alvar Núñez Cabeza de Vaca... Cuando se ven las calles de Santa Clara espera uno encontrar los versos del himno de La Rábida: «Recuerdo a Las Casas, / a Alonso de Ojeda I y a Paco Pizarro.»
Si quieren echar una mañana en América sin salir del término municipal de Sevilla, vayan por Santa Clara. Cierren los ojos, ábranlos de pronto y ¡zas!, se creen que en lugar de en Santa Clara están en Santa Mónica o en Santa Ana, en cualquier soleado lugar al sur de California. Los americanos nos dejaron aquí su civilización, pero de qué forma. Por ejemplo, en Santa Clara está el único campo de béisbol que existe en Sevilla. ¿Que en Sevilla se juega al béisbol? Pues sí, todos los domingos por la mañana. Este último me vine cuando el Distrito VII y el Aljarafe iban por el tercer inning... Porque no crean que el beisbolito de Sania Clara es cosa de la yet-set y del Pineda, no. En Santa Clara juegan al béisbol los chavales del Distrito Sétimo contra los de Almensilla, que son los que forman el Aljarafe, me dicen que animados por un señor cura forofo de la cosa esta del chesterluqui americano. Y juegan, naturalmente, en lo que fue cancha de la High School de los americanos, que ahora se lo han cogido en traspaso los agustinos, pero que está conservada exactamente igual, de modo que cuando Gandía y Josele rueden 'Se acabó la cocacola', ya saben dónde tienen que localizar exteriores.
Santa Clara tiene su buena fama y su mala fama, de peligrosa por la noche. Por eso conviene verla en domingo por la mañana, una delicia, aparte de los chavales beisboletas, los pitchers del Cerro del Águila y los catchers de Almensilla. El otro domingo, ya les digo, parecía América, las familias arreglando el jardín, los padres y los hijos en bicicleta, los otros lavando el coche, todo en silencio, en verde... Porque no crean que en Santa Clara vive sólo la progresía, Amparo Rubiales y el diputado Pérez Ruiz. En las páginas azules de la cosa he encontrado Turmos, Parladés, Sainz de Rozas, Bejaranos, Merrys y Fernández de Bobadillas. Pero los que cardan la lana de Santa Clara son los progres y políticos. El domingo, pantalón de pana, botas chirucas, estaba allí dale que te pego al escardillo y a la tijera de podar nuestro diputado Juan Carlos Aguilar, muy serio. Y es que los políticos que viven en Santa Clara van de Yórdas por la vida.
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