antología del recuadro
De un carretero, para El Baratillo
Publicado el 11 de abril de 1990
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Y todo queda en el barrio del Arenal, caso único en Sevilla. Se habla de «las hermandades de barrio» como unidad de un trozo de Sevilla en torno a una cofradía. La Hiniesta es el símbolo de San Julián, el Cristo de la Salud es ... el símbolo de San Bernardo, y así podemos recorrer la nómina. Hasta que llega el Miércoles y se quiebra, en El Arenal famoso, el esquema. Todos los barrios tienen una sola cofradía; el nuestro, dos, que son dos caras de la misma Sevilla. Don Antonio Delgado Roig es del Baratillo. Don Adolfo Cuéllar es de la Carretería. El Pali era del Baratillo. Yo soy de la Carretería.
— O sea, que tiene mucho más mérito que le dedique usted el recuadro «a la competencia»...
No es la competencia, son dos modos de ver Sevilla. Yo estaba predestinado a ser baratillero, pero cuando una tarde antigua de Viernes Santo entré por la calle Toneleros y me encontré una cofradía romántica, sola, con poquísimos nazarenos de túnica de terciopelo, con el color que tenía el río cuando los bergantines y las goletas atracaban junto a la Torre del Oro...
—¡Ole!
Pues eso es lo que me dije, ole, y profesé la fe carretera. Desde la cual, hoy, proclamo que las fronteras de Sevilla están mal trazadas por la geografía. Hay una cofradía de Triana que podía haber caído en Sevilla, que es La Estrella, y hay una cofradía de Sevilla que podía haber caído en Triana, que es El Baratillo. La brújula se volverá loca, entre versos de Florencio Quintero, cuando esta tarde la Piedad vaya por la Puerta de Triana. ¿De dónde viene, viene del puente o viene de la Cestería? Mirad esa alegría con que llega, que nunca Miguel Ángel pudo hacer la Pietá con tanta gracia, seguramente la soñó un embarcado genovés que paraba en la taberna de San José y que se hizo amigo de Angelito el guarnicionero, con el que se iba a tomar torrijas en la confitería de Los Ángeles. Y mirad ese paso de la Virgen de la Caridad, como un homenaje al Manara de las Atarazanas, el mismo color llevan los nazarenos en sus túnicas que las hopas de los hermanos que enterraban a los ahogados del río. ¿No le veis una gracia que no es de Sevilla ni de Triana, sino que la da el río? Caridad es la Virgen de Sanlúcar, y esta Caridad baratillera es como un bergantín sobre los pies que viniera navegando río arriba, quizá desde Cuba, que en Santiago a la Virgen del Baratillo, como cogió el vapor y se hizo mulatona, más color canela todavía, la llaman Caridad del Cobre...
Yo ahora, Rogelio, estoy en la Acera del Negro y Ariza está igualando la cuadrilla. Y veo los preparativos de vuestra salida. Carlos Morilla, enseñándome los secretos de Sevilla, me dice:
—Niño, ¿tú has visto una vez organizarse una cofradía en la contaduría de la plaza los toros?
Y nos subimos a una alta azotea llena de nazarenos azules. Se ve la plaza de los toros, se ve el río, se ve el puente. Suenan ya abajo las trompetas que abren marcha delante de la cruz y nos creemos que hemos oído el cambio de tercio. Y luego bajamos, por una estrecha escalera llena de García Juncos, de Sernas y de Aspes con el capirote en la mano, y nos ponemos al lado de la estrecha puerta. Por debajo de los faldones asoman las alpargatas de la tienda de Navarrito. ¡Es tan alegre el barrio en esta tarde de Miércoles Santo...! ¡Es tan distinto el barrio hoy a la honda tristeza del Viernes en la Carretería...! Y Carlos Morilla me va diciendo:
—Tu barrio, niño, es el más grande del mundo... Todos tienen una cofradía, ¿no? Bueno, pues éste, dos. Y este Baratillo... Todas las cofradías tienen un paso de Virgen, ¿no? Bueno, pues ésta, dos...
...Y Florencio le va escribiendo una saeta a la Piedad, que Paco le canta a la Caridad...
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