La Alberca
El yihadista de la esquina
El detenido en Montellano evidencia que la sinrazón está muy repartida y que la ignorancia acaba con todo
Durante siglos se pensó que la Batalla del Guadalete, hito del avance musulmán en España contra los visigodos, se libró en un lugar conocido como Vega de los Caballeros, que pertenece al término municipal de Montellano. Los historiadores ya han refutado esa leyenda y se ... decantan más por la posibilidad de que, como narra la 'Crónica mozárabe', la contienda se produjera en los montes Transductinos, es decir, en el triángulo que forman Medina Sidonia, Vejer y Tarifa. Pero no deja de ser ilustrativo que el último presunto yihadista interceptado en Andalucía estuviese montando su pirotecnia en el pueblo en el que durante tanto tiempo se creyó que Tariq había vencido a Rodrigo para instalar en la vieja Hispania el califato omeya. Que un musulmán se afilie a la sinrazón islámica en una comarca como esa, donde hasta los nombres de las cosas más rutinarias siguen siendo los que pusieron sus antepasados, es la demostración de que algunas religiones se quedaron ancladas en el medievo y de que la maldad lo ignora todo. Montellano es un pueblo de la Sierra Sur que linda con la de Grazalema. Es tierra fronteriza. Su castillo de Cote es una de las fortalezas de la llamada Banda Morisca. Los montellaneros son, en definitiva, mitad moros, mitad cristianos. Como tantos andaluces. Por eso esta es una comunidad de acogida. La vecindad con el Magreb y la antigua relación colonizadora nos han llevado a una hermandad que a veces está por encima de nuestra propia conciencia. Los andaluces no demolimos las construcciones andalusíes después de la Reconquista: las conservamos para enorgullecernos de ellas. La Giralda, la Mezquita de Córdoba, la Alhambra o la Alcazaba de Málaga conforman hoy nuestra identidad patrimonial. Por eso resulta tan desolador el ímpetu destructivo que tienen algunos muchachos que han sido abducidos por las sectas del terrorismo.
El caso del joven de Montellano, aún en investigación, es el último de esta deriva majadera a la que lleva la estupidez. Ya pasó con el detenido en Sevilla en la Semana Santa de 2019, un hombre de 23 años que había contactado con el Estado Islámico a través de la red social Telegram y estaba intentando montar una célula en un barrio humilde de la ciudad. Lo hemos visto también recientemente con el que salió a violentar iglesias con una catana en Algeciras y acabó asesinando a un sacristán. En todos los casos confirmados se ha acabado demostrando que eran pirados a los que las organizaciones terroristas abducían para cumplir su función de infundir el pánico. Ya veremos en qué queda lo del chico de Montellano, que pertenece además a una familia de refugiados sirios. Pero esta historia vuelve a evidenciar que la vileza no necesita demasiadas herramientas y que lo que hemos tardado en construir miles de años, que es la sociedad del bienestar, puede caer al suelo en apenas unos minutos por culpa del yihadista de la esquina. En cualquier rincón puede haber ahora mismo un joven de hace 1.300 años creyéndose Tariq contra Rodrigo.
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