LA MADEJA
La toma de Sevilla
José Luis Sanz tomó ayer la vara de mando de la ciudad con un discurso que es también una oposición a sí mismo. Porque ahora debe cumplir todo lo que anunció
![La toma de Sevilla](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/opinion/2023/06/17/sanz-alcalde-posesion-RyTpZShZKG5qqk7HylK4DOP-350x624@abc.jpg)
Más de 600 días ha necesitado José Luis Sanz para tomar Sevilla. Ahora que se cumple el 775 aniversario de la reconquista de la ciudad, es inevitable la analogía con la gesta fernandina. Entonces las tropas cristianas tuvieron que acampar en los campos aledaños durante ... meses hasta que el almirante Ramón Bonifaz pudo ascender el Guadalquivir con galeras cántabras y rompió el puente de barcas. A Sanz el auxilio le ha venido mitad de San Telmo, mitad de la Moncloa. Nadie creyó tanto en él cuando empezó la aventura que él mismo. Y ayer, cuando levantó la vara de mando de Sevilla en el Salón Colón del Ayuntamiento, se respiraba eso en el ambiente. El nuevo alcalde ha demostrado tener una de las virtudes más caras de los triunfadores: saber esperar. La paciencia ha guiado sus pasos desde el despacho de Teodoro García Egea en la calle Génova, en compañía de la ya olvidada Virginia Pérez, hasta el de la Alcaldía de la capital andaluza. En el camino han caído todos sus mentores y él ha conseguido quedarse de pie. Hasta Javier Arenas, que fue su padre político y después su gran enemigo interno, estuvo ayer en su toma de posesión. Sanz es un hombre tranquilo, como todo buen fajador, y sabe conducir por las curvas. Ha conquistado Sevilla porque, como hace casi ocho siglos la Corona de Castilla, tiene una capacidad de resistencia fuera de lo común. Y porque Juanma Moreno, que es ya un icono sociológico en Andalucía, le ha roto el puente de barcas de la política municipal.
También estaba ayer en el antiguo convento de San Francisco el presidente de la Junta. Y, cómo no, la marea blanca de manifestantes de la sanidad. No más de treinta. Que por supuesto no habrían estado allí si hubiese ganado el PSOE. Moreno escuchó sus cacerolas y el listado de deberes que se ha puesto a sí mismo el alcalde para «transformar» la ciudad. En esa retahíla, por cierto, van incluidos varios proyectos que dependen del gobierno andaluz, sobre todo la red completa de metro, pero el juanmismo ha ganado las ocho capitales y ahora tendrá que hacer malabarismos para dar a todos los alcaldes lo que le reclaman. A veces la confrontación partidista es una excusa fantástica. El discurso de Sanz tuvo que preocuparle porque se ha puesto el listón en el tope nada más agarrar la vara. Como propuesta de partida es insuperable, pero la realidad luego suele ser muy cruda. El papel lo aguanta todo, sobre todo el de los discursos. Lo curioso es que el relato de Antonio Muñoz, que fue el único de los portavoces del resto de partidos que mantuvo la cortesía exigida en una toma de posesión, se parece mucho al de su sucesor. Ambos proponen un modelo de ciudad similar. La diferencia, por tanto, debe estar en la capacidad de gestión. El alcalde saliente no se cortó dejando en el aire la duda sobre su derrota («podemos hablar sobre si se ha votado en clave local o en clave nacional») y esta es ya la segunda vez que se aparta del sanchismo. Si imperase el sentido común, lo lógico sería que Sanz se apoye en él para los grandes asuntos municipales. Porque si se tiene que avenir con Vox va a pasar fatigas. El fondo y el tono de Cristina Peláez en su monólogo de inicio del mandato fueron demasiado severos. Y de la nueva de Podemos ni hablamos. Susana Hornillo prometió el cargo «por imperativo legal» y «como republicana» entre las sonrisas del público. Estos alegatos empiezan a sonar cómicos y Sevilla no está para chistes. La ciudad necesita encontrar un equilibrio entre el turismo masivo y la diversificación económica, tiene que salir de la estadística de los barrios más pobres de España, debe encontrar soluciones rápidas para la movilidad... Y Sanz está obligado a dirigir el Ayuntamiento con serenidad si quiere perpetuarse en el poder para culminar su proyecto, como confiesa entre sus más cercanos. El nuevo alcalde tiene dos ventajas para asentarse: que ha llegado al poder sin generar falsas expectativas y que no tiene complejos en ponerse de acuerdo con quien sea para conseguir lo que pretende. Ayer se lo puso complicadísimo a sí mismo anunciando medidas a tutiplén. Pero la toma de Sevilla no es tan sencilla como parece. El éxito de Fernando III se basó en no destruir nada de lo que se encontró. Y ocho siglos lleva.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete