la alberca
La sequía es un escándalo
En Andalucía faltan depuradoras, conducciones y desaladoras, pero sobra demagogia sobre el cambio climático
La sequía es una catástrofe natural inevitable, pero sí amortiguable. La atávica costumbre española de procrastinar nos va a condenar a un sufrimiento infinitamente superior al que estaríamos padeciendo si hubiésemos hecho los deberes. Pero ya vamos demasiado tarde a todo. El presidente de la ... Junta, Juanma Moreno, es de momento el único político que se ha atrevido a meterle mano públicamente al desastre que se nos avecina. Ha creado un gabinete de crisis para paliar los efectos de la falta de agua y se ha remangado para poner vendas a la herida, que puede ser letal para los andaluces. Pero el resto de administraciones públicas, da igual el partido que las gobierne, se ha entregado a la hipocresía y ha preferido pontificar antes que actuar. Llevan décadas dándonos la tabarra con el cambio climático, el calentamiento global y otras derivaciones sobre el maltrato humano al planeta. Sin embargo, nadie ha destinado un solo euro a la construcción de infraestructuras hidráulicas que ahora nos podrían estar salvando del caos. El déficit es especialmente bochornoso en Andalucía, donde no se han actualizado pantanos ni construido desaladoras a pesar de que los avisos llevan años sonando. Los gurús de la capa de ozono se han gastado todo el dinero en campañas de propaganda que les permitían viajar por el mundo entero en aviones privados para impartir su doctrina, pero no han invertido ni un céntimo en las soluciones de ingeniería. Hemos caído en la trampa del ecologismo excluyente, que es el que expulsa a los humanos de los ecosistemas sostenibles. Ha pasado con el asunto de la pesca de profundidad y la de arrastre. Algunos iluminados de la Comisión Europea consideran que esta práctica daña el mar y, por lo tanto, hay que erradicarla. Pero nadie ha metido en la ecuación al hombre, que vive de eso y que lleva ejecutando este arte de pesca desde hace dos mil años. Es decir, el ser humano ha transformado el ecosistema, obviamente, porque también forma parte de él. Ocurre lo mismo con los acuíferos de Doñana y la famosa polémica de los trasvases. Queremos preservar el parque natural sin contar con la huella del hombre, de manera que es más importante que beban los flamencos que las personas.
Es evidente que toda concienciación es poca y que los abusos que cometemos tienen que ser reeducados y perseguidos. Pero todas las radicalizaciones son malas, incluida la ecologista. Sin embargo, el equilibrio es una virtud que no está de moda actualmente. Por eso nos dan conferencias acerca de la maldad humana pagadas con el dinero con el que tendrían que construir sistemas paliativos para gestionar el agua. En Andalucía ni siquiera existe un diagnóstico de los usos, por si algún sector está gastando más agua de la que necesita, ni un mapa de los acuíferos. Faltan potabilizadoras, depuradoras, conducciones, pozos, sistemas de reinserción del agua en el canal del consumo... Falta de todo menos demagogia. Qué pena que la demagogia no sirva para regar.
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