La alberca
Salvar a Murillo
El canto de Plácido Domingo ante el 'San Pedro Penitente' de Los Venerables obliga a Sevilla a pensar
El peor expolio que ha sufrido Sevilla a lo largo de su historia es el provocado por su propia indolencia. La autofagia hispalense es tan severa que sólo se cura con elogios externos. Padecemos una extraña característica psicológica por la cual sólo tomamos conciencia de ... nuestra importancia cuando nos la encomia un visitante. Por eso el canto rotundo de Plácido Domingo ante el 'San Pedro Penitente' de Murillo que recuperó la Fundación Focus en los Venerables ha sido salvador y sirve como ejemplo de nuestra natural tendencia a la desidia. La mayor voz española ha venido a gritarnos al oído que en esa obra duermen los ángeles de la pintura barroca. Que en cada una de las pinceladas que componen la escena del retiro de San Pedro habitan los duendes inmortales de la ciudad. Hay más Sevilla en ese lienzo que en cualquier sanedrín de atrio.
Es sevillanísimo, en primer lugar, su devenir. Murillo pintó esa obra para el retablo del Hospital de los Venerables Sacerdotes, retiro de la curia fundado en el siglo XVII por la Hermandad del Silencio. Su primer canónigo fue Justino de Neve, el gran patrón de Murillo y propietario particular de la obra. Entonces la ciudad era un crisol de opulencias desbordantes. El dueño y amigo del pintor donó el 'San Pedro' al Hospital en 1685, donde estuvo expuesto desde 1701 hasta que durante la Guerra de la Independencia el mariscal Soult lo expolió. En Cádiz le compusieron una cantiña al gabacho –«Con las bombas que tira / el mariscal Soult / hacen las gaditanas / mantillas de tul»—, pero en Sevilla le entregamos el alma. Cuando murió el mariscal francés en 1851, la obra maestra de Murillo circuló por manos privadas, entre dineros a veces turbios, hasta que en 2015 la hoy alicaída multinacional sevillana Abengoa la compró en el Reino Unido para devolverla a su lugar de origen y añadirla a la extraordinaria colección que había logrado construir a través de su fundación, Focus, con sede precisamente en los Venerables. Hasta ahí la historia es casi una aventura. El cuadro se restauró en el Museo del Prado y volvió al espacio en el que Murillo lo pintó.
En segundo lugar, es sevillanísimo su recurrente maltrato institucional. A pesar del robo sufrido y de varias vueltas al mundo, cuando por fin logramos recuperar el lienzo se produce la caída de Abengoa y la obra entra en el inventario de bienes a la venta para sofocar la deuda. Gracias a la queja de Focus, de los más egregios historiadores del arte y de personalidades de nuestra sociedad, la Junta de Andalucía lo ha declarado Bien de Interés Cultural, lo que impedirá su salida de España. Pero aún es posible que esa joya vuelva a salir del retablo en el que nació, donde multiplica su dimensión artística y hace saltar las costuras de cualquier persona sensible.
Pero la parte más sevillana de todas es la tercera: a pesar de tanta abulia, el 'San Pedro' aguanta aún en su lugar y, superando humillaciones, ha hecho agachar la cabeza a Plácido Domingo ante su inmensa belleza, lo que nos enseña que no se trata de salvar a Murillo, sino de salvarnos nosotros.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete