Juanma, sin filtros
El presidente ha logrado ocultar el Gobierno en la era de la transparencia, pero ha deparado pocas sorpresas
El hermetismo se ha convertido en una virtud política justo en los tiempos en los que se exige mayor transparencia. La paradoja es digna de análisis. A Juanma Moreno se le ha elogiado su capacidad para guardar en una caja fuerte su nuevo Consejo de ... Gobierno, pero para conseguirlo ha tenido que recurrir a una fórmula que, involuntariamente, deja en una situación débil a los elegidos. El presidente ha logrado que no se filtre ni un solo nombre, aunque casi todos estaban en las quinielas, y ha llegado a la sala de prensa de San Telmo sin que ni un solo medio se haya arriesgado a adelantar nada. Se presupone que anunciar la composición del Ejecutivo sin filtraciones previas es un don. Y tiene que ser cierto a tenor de la importancia que los mandatarios políticos le suelen dar a estas cosas. Para ellos es como una exhibición de poder. Pero para los designados es una muestra de fragilidad porque el modelo opaco de elección fomenta que imaginemos a los potenciales consejeros pendientes de sus teléfonos con un ataque de ansiedad, lo que implica una actitud servil y, en la mayoría de los casos, injusta. Se entiende el objetivo de evitar las especulaciones porque sólo sirven para crear falsas expectativas a quienes no tienen opciones reales. Pero en el fondo se transmite la sensación de que los elegidos no pueden ejercer su voluntad. Tiene que ser un honor que el presidente de la Junta de Andalucía te llame para pedirte que formes parte de su equipo de trabajo, pero siempre que la propuesta satisfaga a las dos partes. Obviamente, el poder de decisión para elegir un cargo lo tiene el líder y, a cambio, el otro tiene derecho a pensarse la oferta y como mínimo a consultarla con su familia. Seguramente haya sido así en la mayoría de los casos, pero no es lo que ha parecido. Y si a eso se le suma la posición de mayoría absoluta, se genera una idea que, incluso siendo falsa, acaba siendo contraproducente. Tal vez la mejor receta para todo sea siempre la naturalidad.
El Gobierno que ayer anunció Juanma Moreno está formado por personas muy capacitadas en general. Tiene un fuerte perfil político: Antonio Sanz, Marifrán Carazo, Loles López, José Antonio Nieto, Carolina España, Patricia del Pozo, Carmen Crespo y Ramón Fernández-Pacheco. Y tiene también un estimable peso técnico: Rocío Blanco, Jorge Paradela, Arturo Bernal, Catalina García y José Carlos Gómez Villamandos. La estructura que ha creado incluye píldoras ideológicas interesantes, como la Consejería de Economía Azul o la de Igualdad de Oportunidades. Por supuesto, también hay cosas cuestionables, como la enésima devaluación de la Cultura mezclándola con Turismo y Deporte. El organigrama pierde a dos pilares de carga con la marcha de Elías Bendodo y Juan Bravo, pero hay que darle margen de confianza a este Gobierno del cambio con tantos cambios y pedir al presidente y a sus consejeros que sigan por el camino de la transparencia que les ha traído hasta aquí. Ya ha terminado el juego de las sillas. Ahora toca Andalucía. Naturalmente.
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