LA ALBERCA
El bulevar de los sueños rotos
La propuesta del alcalde para evitar los accidentes en la Ronda Norte es naif. Lo que hay que hacer es poner controles
Nos hemos acostumbrado a los muertos del fin de semana en Sevilla. No hay un sólo sábado sin la noticia del atropello, el accidente mortal o el choque frontal contra un árbol. Y en el suceso siempre aparece un dato determinante: el conductor dio positivo ... en alcoholemia. Los últimos siniestros en la Ronda Urbana Norte, que es como eufemísticamente llamamos al tramo de la circunvalación SE-30 que tiene semáforos, desvelan una situación a la que todos miran de reojo. En los polígonos industriales de esa parte de la ciudad muchos jóvenes se emborrachan sin control y luego suben al coche, una mezcla atómica que se está cobrando muchas víctimas sin que nadie haga nada. El fiscal de Seguridad Vial ya avisó en estas páginas de la peligrosidad intrínseca que tiene ese tramo, a la que hay que sumar la que provoca el estado en el que conducen algunos por ahí después de salir de la discoteca o del botellón. Por tanto, el Ayuntamiento lo sabe. Sabe que tiene un problema perfectamente diagnosticado y no está actuando. ¿Por qué? La respuesta es dolorosa: porque no tiene efectivos para hacer controles de alcoholemia de noche los fines de semana. Una medida tan sencilla como cazar a los conductores ebrios y drogados para evitar accidentes que pueden resultar dramáticos es imposible de ejecutar en Sevilla. No hay policías. Punto. El déficit es conocido desde hace años, pero las soluciones no llegan nunca. Pero es que tampoco hay campañas de concienciación. Es preocupante que en los tiempos que corren todavía haya jóvenes que se atreven a coger el coche estando hasta arriba de todo. Como con tantas otras cosas, en este asunto también se demuestra que la sociedad contemporánea tiene un serio problema de educación básica. Los derechos conquistados no van acompañados de principios fundamentales. Y ante esta amarga realidad, las administraciones tienen que actuar sin buenismo ni rollos. Estamos hablando de vidas truncadas en plena juventud.
¿Por qué hay chavales que hacen carreras de coches en la vía pública? ¿Por qué algunos además las hacen hartos de copas y de drogas? Esta es la primera parte del problema. Y luego viene la segunda: ¿cuántos accidentes mortales más tienen que producirse para que se ataje el problema? El alcalde propuso ayer una solución naif. Un bulevar. Envolver el detrito en papel de celofán. Si se hace una obra en la Ronda Urbana Norte para bajar la velocidad del tráfico en ese lugar, lo único que se conseguirá es trasladar los accidentes a otro punto. Eso es mirar el dedo cuando señala la luna. Lo que tiene que hacer Antonio Muñoz es mejorar la plantilla de Policía Local, organizar bien los turnos para que los fines de semana haya más efectivos y crujir a todo el que vaya borracho al volante. Todo lo demás es inútil. Porque si algún día se hace ahí un bulevar, ya nadie podrá evitar que sea como el de la canción de Sabina: el bulevar de los sueños rotos.
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