Todo irá bien
Santi
A mi amigo Santi, de 8 años, le han detectado que ha desarrollado un mecanismo sensacional mediante el que hace ver que entiende lo que no ha entendido. Hay veces que por falta de atención, de interés, o por pura pereza, no escucha lo que ... le dicen y acaba por no entender nada. Cuando se da cuenta, usa palabras y trucos con los que finge ante el adulto que todo lo ha comprendido y ahora sus padres lo quieren llevar al psicólogo.
Mi querido Santi, yo era como tú y continúo siendo el mismo. Esta banda de paletos y pesados, de mojigatos estirados y vacíos de cualquier interés y tensión, tampoco he sabido nunca de qué me estaban hablando. Muy pocas veces los he escuchado y cuando lo he hecho no he tenido la menor idea de qué hablaban. Luego fluyo en la conversación, como tú, finjo como tú, río, digo palabras sueltas que hacen gracia, y cuando me dejan en paz vuelvo a mis pensamientos, mucho más entretenidos, para poder escribir artículos como éste que ahora te escribo. Santi, hazme caso. Yo tampoco les entiendo y soy el primer columnista de España.
Te quieren hacer sentir culpable, y enfermo, los que no son capaces de decir nada que merezca tu atención. Te llevarán a una psicóloga y será una idiota, y te tratará con un manual de instrucciones como si fueras un dron o la nevera. A los niños siempre nos acaban humillando con la psicóloga, a mí también me lo hicieron. Y fue inútil, y fue abrumador, con sus moldes tan baratos, las conversaciones deprimentes, su tonito y la sensación de que ella necesitaba mucha más ayuda de la que se supone, y es mucho suponer, que prestaba. Tú deja que hable. Abúrrete. Aburrirte forma parte del talento. Es su desencadenante. A los niños nos mandan a la psicóloga los que nos complican la vida en lugar de alisarla, los que nos acusan de déficit de atención porque nos cuentan cosas tan absurdas que para nosotros distraernos es una forma de perdonarlos.
Yo soy como tú, Santi, y me ha ido muy bien, y he escrito siempre sobre mis canciones, y la mayor parte de las conversaciones jamás he sabido de qué trataban. No te angusties. No sufras. Si te dicen que estás enfermo, diles que por lo menos no estás podrido de enajenación y sinsentido. Con la psicóloga, diviértete escandalizándola. Dile que te sientes mujer, pero lesbiana. Como no es tu madre, tranquilo, no podrá pegarte una bofetada. Si algún día algo te inquieta en serio, algo acerca de cualquier asunto, llama al padre Carlos y él sabrá qué decirte.
Sobre tu supuesto trastorno, no le des ninguna importancia. Es un poco incómodo, sobre todo cuando hay que resolver exámenes, pero da igual, porque con la porquería de sistema educativo que te ha tocado, podrás pasar de curso en curso sin tener siquiera que tomarte la molestia –tan pesada a veces, lo sé, lo sé– de hacer ver que has aprendido algo. Y además, con el tiempo mejorarás, y mucho. No entenderás más de lo que te dicen, pero aprenderás a que no se note en absoluto.
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