Todo irá bien
Se rompe España
Puigdemont asume con disgusto que Cataluña está normalizada y juega a hacerse el conseguidor furtivo con pactos más simbólicos que determinantes
El efecto sanador que Salvador Illa ha tenido en Cataluña y la pedagogía de su presidencia culminaron ayer con el regreso de La Caixa a Barcelona. El presidente Illa ha devuelto la salubridad a su tierra y lo ha hecho trabajando mucho y hablando poco, ... prescindiendo de la demagogia y sin prestar atención a la propaganda de uno y otro bando, siempre tan poco inteligente como desmentida por la realidad aplastante.
A los independentistas que le acusan de no hacer nada por Cataluña tal vez haga falta recordarles que La Caixa es el primer grupo empresarial y financiero de España y que su regreso cierra el funesto ciclo que ellos iniciaron y con el que destruyeron el país al que tanto dicen amar. No sólo por su retorno en sí es importante el anuncio de La Caixa, sino también por el aval que significa de normalidad económica e institucional, y que va a atraer a tantas empresas que desde hace casi diez años han desestimado invertir aquí por los contínuos sobresaltos políticos, tan estériles como perjudiciales.
Para los tremendistas del otro lado, los que hace meses que tienen el ignorante, cateto atrevimiento de decir que son lo mismo Illa que Puigdemont, y que el golpe separatista sigue en marcha, también la decisión de Isidro Fainé ha significado una bofetada con la mano abierta y en la cara. Tanta hecatombe, tanto fin del mundo han quedado en evidencia con el regreso: Cataluña no es perfecta pero avanza en la dirección adecuada.
Se ha dicho del liderazgo tranquilo de Illa que 'cloroformiza' a la sociedad catalana, sumiéndonos en una calma intrascendente e inane. Es cierto que su tono es más moderado y estable que el de sus predecesores en el cargo, pero es justo lo que necesitábamos. Es cierto que Cataluña ha dejado de ser noticia cada día por cualquier majadería, pero no es verdad que no pase nada. Pasa mucho pero se desdeña, porque no es llamativo para los titulares. Dicho de otro modo: La Caixa no habría podido volver sin las muchas cosas y de gran calado que el presidente Illa ha hecho que pasen y que a nadie le han importado. La realidad así lo ha corroborado: Isidro Fainé está libre de cualquier sospecha secesionista y no da pasos en falso.
Mientras Puigdemont asume con disgusto que Cataluña está normalizada y juega a hacerse el conseguidor furtivo con pactos más simbólicos que determinantes -como que los Mossos se unan a las demás policías en la vigilancia de las fronteras- y consigue la atención mediática más incendiaria, la Cataluña productiva emerge, lo sensato gana terreno al caos, La Caixa vuelve, el Rey pasa un día entero en el congreso de los móviles siendo recibido, respetado y celebrado por todos, y a la mañana siguiente el presidente Illa llega a las 7:30 a la Generalitat y sonríe cuando lee en los periódicos que se rompe España.
Tampoco en los tiempos ha habido casualidad. Todo ardía por el pacto con Junts, y otro gol por la escuadra de Sánchez.
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