El gran proyecto del mal

Hemos conocido regímenes islámicos menos perniciosos y no tan asesinos como los otros. Los acuerdos de Abraham que el presidente Trump logró para Israel en 2020 con Emiratos Árabes Unidos, Baréin, Sudán y Marruecos fueron el mayor éxito diplomático en décadas para el mundo libre; pero aunque es cierto que estos países han dejado de complicarnos la geopolítica y hasta los podemos considerar nuestros aliados, sería un sarcasmo decir que las vidas de sus ciudadanos –que para empezar no tienen tal rango y no pasan de meros súbditos– son las que querríamos para nuestros hijos y ya no digamos nuestras hijas.

Pensar que el islam puede evolucionar como lo hizo el catolicismo son ganas de conservar una muy infundada esperanza. Para nosotros Dios es libertad y amor, que son uno y el mismo don. Bajo un dios arbitrario como el musulmán no se puede amar porque no se puede ser libre. Sin misterio no hay libertad. No depende de las buenas intenciones de los hombres sino del sentido que Dios otorga. Si el eurocomunismo no roba y no mata no es porque la calidad humana de sus dirigentes haya mejorado respecto de los líderes maoístas o soviéticos sino porque el capitalismo ha ganado, la democracia ha ganado, la libertad ha ganado y os tenemos encerrados y controlados en las reservas de vuestra inmundicia para que no podáis hacernos el daño que nos haríais si os dejáramos. El euroislam no existe porque en los países islámicos los que están encerrados y controlados son los que aspiran a decir lo que piensan y lo que sienten sin miedo y con libertad. Y por eso cualquier mejora como la lograda por los Acuerdos de Abraham es parcial, momentánea y reversible cuando tarde o temprano vuelva a tomar el poder cualquier facción de descerebrados.

Ni siquiera la España de Puigdemont y Pedro Sánchez podría volver al hoyo como volvió Afganistán y volverá Siria en breve, al modo en que los ayatolás devolvieron a Irán justo al punto en que deja de ser racional no asumir que ni las tribus ni sus acentos sino el islam en su más enroscada naturaleza es la primera causa de la devastación del hombre, de la involución y el envilecimiento, de la falta de piedad, notas a pie de página del gran proyecto del mal.