TODO IRÁ BIEN
Carne de maltrato
Mi hija es la que antes tuvo el móvil, la única que no tiene restricciones y la que menos lo usa. Lo que importa es educarte en la libertad
Junts y Vox
Querido Alberto
A mi hija le di el móvil enseguida y una cierta cantidad de dinero y las llaves de casa. No existe un mundo sin móviles, sin dinero, sin llaves. Prohibir o racionar es escapista, cobarde. No hagas de padre: sé padre. Educar en la ... libertad es educar con todo tu tiempo y tu vida entera, recalcando lo que está bien y lo que está mal, escuchando sus razonamientos, interviniendo en ellos, volviendo a insistir si no cuaja tu idea. Educar en la libertad es hablar, permitir, corregir, volver a empezar. Estar pendiente del júbilo y la tristeza. Tener miedo. Sembrar esperanza.
Pero los padres hoy se separan, se casan con otra, lo que se les rompe forma parte del pasado y dejan el móvil a su hija sólo una hora al día porque quieren educar con mando a distancia, con protocolos prefabricados como los 'compliance' de las empresas para poder decir que no fue su culpa cuando llega el desastre. A los padres les da pereza estar con sus hijos, tienen mejores planes que ir a buscarlos a la escuela. Dicen «me ha salido así» los que no se molestaron en sembrar nada. Dicen «es que si lo fuerzas es peor» los que no estuvieron cuando se forjaba.
El debate sobre a qué edad hay que dar el móvil a un niño es el debate de los padres que no quieren a sus hijos. Hoy ser padre no es central, nuclear, esencial. Ser padre es un tópico más y de muy menor importancia al tiempo para uno mismo, el derecho a ser feliz o a reinventarte, y enamorarte y después cerrar los ojos en el túnel.
Mi hija es la que antes tuvo el móvil, la única que no tiene restricciones y la que menos lo usa. Lo que importa no son las normas ni la severidad. Lo que importa es educarte en la libertad. La libertad es estar, conversar, decantar. Asumir su mundo y poblarlo con el mío. Es irresponsable y una dejadez prohibir el móvil a tu hija. Dáselo ya. Enséñale a usarlo. No seas tan torpe de convertirlo en algo aspiracional. No la eduques en los premios: nunca será generosa. Muéstrale las ventajas y el peligro, transmítele el deber, el prestigio de usar bien las cosas y los dones. Y el ridículo de los que no se comportan.
Por supuesto que mi hija es el centro de mi vida y que todo gira a su alrededor. Está en mi vida y yo en la suya. Está en las cenas en los grandes restaurantes y con mis amigos, un material mejor que el que obtiene en las redes sociales. La jerarquía, como la superioridad, hay que demostrarla.
Ganamos cuando estamos y los autocares a la salida del colegio son el tren fantasma de los padres ausentes. Mandar a tu hija a estudiar fuera durante la ESO o el Bachillerato es arrojarla a la intemperie. Formas de evadirte, formas de no estar. Formas de hacerle sentir que para el primer hombre de su vida no vale nada. Autoestima por los suelos, carne de maltrato.
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