El semental

Que sigue enamorado de su mujer, pero que su mujer ya no lo quiere. No sabía Ana Rosa la que se le venía cuando lo animó: «Venga, dile algo a tu mujer». Miró a cámara (a lo que él creía que era una cámara y seguramente era un monitor) y soltó: «Te prometo una cosa. Todavía mi semen es de fuerza. Vamos a por la niña». La risa de Ana Rosa retumbó ante semejante ocurrencia. Y luego: «Te mando mi cariño. Vamos a juntarnos y a querernos». Que, por lo que vemos, parece que Ana María Aldón está un poco más en la canción de Concha Piquer: «Vamos a dejarnos, pero sin llorar, como dos amigos que se despidieran para no verse más». Porque este cariño es un sinvivir. También para el público, para el lector de revistas y el telespectador. Aunque ella misma había dicho de él en 'Supervivientes' que «tiene los huevos gordos». Lo mismo lo del semen de fuerza nos sorprende a nosotros, que vamos de remilgados, pero no a ella. No parece una de las protagonistas de 'Las novelas tontas de ciertas damas novelistas' de George Eliot.

Nunca había oído lo del semen de fuerza, lo confieso. Tampoco tengo yo conversaciones o lecturas sobre semen habitualmente. He leído cosas peores de productos en bancos de semen: semen classic, semen genetic, semen compatibility o semen premium (con fertilidad probada y perfil ampliado de información sobre gustos y aficiones). También es semen premium, pero de cerdo, ese de la empresa en la que trabaja (o trabajaba, no sé) Xavier Novell, el que no hace tanto fuera obispo de Solsona. Una empresa referente en ese sector. Puntera en la selección del ganado y la extracción y elaboración de las dosis de semen porcino premium. Mejor de fuerza.

No me extraña que Aldón dejara un tiempo la televisión «por prescripción médica». Tampoco debería verla ante semejante declaración de amor y semental. Qué grandes momentos da el torero a la televisión. Acuérdense de este verano con una bicicleta en la mano y gritando: «¿Qué queréis? ¿Qué me ponga violento? ¿Qué queréis? ¿Que vaya a la cárcel? ¿Qué queréis? ¿Qué queréis? ¿Qué queréis? ¡Que me dejéis tranquilo!». Qué hombre, qué fuerza, qué camisas, qué sonrojo.