VIVIMOS COMO SUIZOS

Inventarse las reglas

Los que no lucharon contra el franquismo ni contra el fascismo luchan ahora contra Vox y el PP

La elegida

La magia de Sánchez

Rosa Belmonte

De la misma manera que Ana Belén dijo a Évole aquello de «el comunismo aquí en España, ¿a ti te ha hecho algo malo?», podríamos utilizar el fascismo. Aquí en España. Ahora. ¿Qué te ha hecho el fascismo? Un cura de Segovia se niega ... a dar la comunión a un homosexual. Al alcalde del pueblo. Pero no es el fascismo, es la Iglesia. Es un cura. Es la Iglesia. Y según el obispado, no es por homosexual, es por vivir como si estuviera casado sin estarlo. Que habría pasado lo mismo con un heterosexual. Con un hombre amancebado con una mujer. No sé. Ana Belén hablaba de eso por Ayuso y su «comunismo o libertad». Quizá no tiene mucho sentido hoy. Pero igual que el fascismo o libertad de la izquierda, aunque no lo nombren así, para dar miedo. Y hasta ahora le ha funcionado. Qué manera de machacar sobre la deriva iliberal de la derecha y la extrema derecha. Los que no lucharon contra el franquismo o contra el fascismo de verdad luchan ahora contra Vox y el PP. Lo que se señala como fascismo en estos tiempos no es lo de Mussolini. O tan fascismo es Mussolini como Maduro.

Nos gustan los bandos, los enfrentamientos. Comunismo o libertad. Joselito o Belmonte. Cola Cao o Nesquik. Reina o pastora. Leo que Alonso Caparrós lleva 'Furor' a las empresas. Se habrán cansado ya del 'paintball'. Imaginen, dos equipos. Uno de hombres y otro de mujeres. Pruebas musicales. Cantar el 'Porompompero' con una letra prohibida. O el popurrí (popurrí). Pero lo mejor era la arbitrariedad de Alonso Caparrós. Digamos que no había reglas estrictas. Era televisión. Como Belén Esteban ganando 'Más que baile' sin haber sido poseída por el espíritu de Cyd Charisse. Edurne bailaba mejor, ¿pero eso a quién le importaba? El chachachá en pantalla partida con las dos bailando fue lo mejor y lo peor de la tele espectáculo en mucho tiempo. Se inventaron las reglas y decidieron que Belén Esteban ganara el premio del público. Edurne tendría el premio del jurado.

La arbitrariedad de Alonso Caparrós a la hora de dar puntos también era espectáculo. Pero, demonios, Pedro Sánchez no presenta un programa de televisión. Y sí hay reglas. Qué tío. Qué desfachatez esa ley familiar que pretende limitar la acusación popular y, además, de manera retroactiva. Seguridad jurídica, ¿qué seguridad jurídica? Reglas, ¿qué reglas?

La democracia en la cabeza de Pedro Sánchez es una democracia trucha. Ni siquiera hay que ir a la exageración y el lugar común de Curzio Malaparte, que en su 'Técnica del golpe de Estado' decía que una minoría puede hacerse con el control de un Estado moderno gracias al dominio de los servicios públicos y la manipulación informativa. Porque no es que estén en contra de los bulos, están en contra de los bulos que no son suyos. No están en contra de la acusación popular, están en contra de la acusación popular que va contra los suyos.

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