Vivimos como suizos
Ellas hablan
Tras el feminismo ultracongelado, tenemos que aguantar el parloteo del producto fresco
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Sarah Polley, femenina pero vestida de hombre, recogió su Oscar a mejor guion adaptado por 'Ellas hablan'. Una adaptación del libro de Miriam Toews sobre esa comunidad menonita de Bolivia en la que un grupo de mujeres se levantó contra los abusos sexuales. Habrá ... que consultar a Pam si los menonitas de Bolivia son bastante violadores también, como los hombres españoles.
Buenas intenciones, un rollazo. Una película en el lado correcto de las cosas. Una película de tesis. Gris, muy gris. No sólo la fotografía. Más de aleccionar que de sugerir. ¿Cómo va a ser 'Ellas hablan' el mejor guion adaptado estando tan mal escrita? Empezó Polley su discurso agradeciendo a la Academia «no haberse ofendido con mujeres parloteando». Porque es eso, mujeres hablando sobre qué hacer con la violencia que sufren. Sobre sus violaciones incluso por hombres de fuera. Y los de la comunidad los defienden. Hacen examen tipo test: no hacer nada, quedarse y luchar o irse. Hay empate y entonces vienen los discursos defendiendo o atacando cada opción. Apueste por una. Como ejercicio dialéctico de instituto, bien, aunque no te lo creas en esas mujeres analfabetas que parecen Cicerón. Como película, mucho mejor 'Todo a la vez en todas partes'.
Llevamos tiempo con Pam «sacando un pecho fuera al más puro estilo Delacroix». Aunque no se haya sacado una teta sino el verbo. No sólo ella. Está Irene Montero diciéndonos que hay que hablar de tener sexo con la regla. Y está Ione Belarra y su eyaculación verbal anticapitalista. Ahora la ha tomado con el socialista Joan Clos a propósito de la atascada Ley de Vivienda. Dice que Clos es jefe de una de las patronales inmobiliarias más importantes del país y tiene «una agenda de contactos muy larga». Y añadió: «Yo no lo sé». Da igual lo que sepan. Clos, sin hacer mucha sangre, dijo donde Alsina que el tope al alquiler no es progresista porque disminuye la oferta y al final suben los precios. Y que Podemos trata al propietario como enemigo social, no como a un colaborador necesario.
El partido Podemos también se podía llamar Ellas hablan. Es lo que más hacen, aparte de la diarrea legislativa reconocida por Pam (también señaló que estar en el Gobierno es una anomalía). Y eso, que hablen, es lo que más molesta. Tras el feminismo ultracongelado, que diría Rebecca Traister, llegan estas mujeres con su ira renovada. Porque no inventan nada, salvo la locura de la autodefinición. Pero con su identitarismo y sus necedades también recuerdan que no nos creamos la ingeniosa trampa (Traister en 'Buenas & enfadadas') de habernos hecho creer a las mujeres que ya estábamos dentro tras siglos de exclusión política. Por eso no extraña que hablen de suelos pegajosos, acuerpar y jerga semejante. La Academia de Hollywood no se habrá ofendido con mujeres parloteando, pero qué hartura de producto fresco.
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