VIVIMOS COMO SUIZOS
Calamidades
Antonio, el presunto maltratador que se inscribió como mujer en 2023, ratifica mis asquerosos prejuicios
Herramienta colonial
Fat News
En España hemos sido mucho de traducir nombres y títulos hasta que hemos dejado de serlo. Si acaso dejábamos 'Quo Vadis', que por lo menos era en latín. Laurel y Hardy eran El Gordo y el Flaco y Bugs Bunny, El conejo de la suerte. ... Por supuesto, a Calamity Jane la llamábamos Juanita Calamidad. Calamity Jane era un personaje real, amiga del también real Buffalo Bill y protagonista o personaje de muchas películas. Y como Juanita Calamidad hemos visto a Jean Arthur, Frances Farmer, Jane Russell, Yvonne De Carlo o Doris Day en el western musical. Ya en 1995, cuando la interpretó Ellen Barkin en 'Wild Bill', ni traducíamos las películas ni a Calamity Jane. No sé si me gusta llamar Calamidad a Irene Montero, aunque lo sea. «Una calamidad legislativa», leía ayer en las páginas de Enfoque.
Es verdad que su salida del Gobierno tiene más que ver con que Yolanda Díaz (que votó sin rechistar cada una de esas leyes cenutrias) le había puesto la proa cuando creía y le hacían creer ser alguien que con su negligencia a la hora de elaborar y amadrinar leyes. Y ha salvado los muebles porque siempre se encuentra un puñado de zopencos en circunscripción única que te votan en las europeas. Que no digo que los que votan al PSOE o al PP sean más listos. Pero sí que otros tienen unos hervores más discutibles. O no, yo qué sé.
La foto en el periódico de «Antonio, el presunto maltratador que se inscribió como mujer en 2023» me ratifica en mis asquerosos prejuicios sobre la disparatada ley trans y esa majadera autodeterminación de género. Me podéis llamar Ismael. O 'terf'. Pero, mira, si tuviera que elegir un triunvirato para dirigir España estaría formado por Alaska, Lolita y Bibiana Fernández. No es por rememorar la canción 'El partido por la mitad' de Lola Flores. Es porque me parecen las personas más sensatas de España. Confío en ellas más que en Cayo Julio César, Cneo Pompeyo Magno y Marco Licino Craso. O Marco Antonio, Marco Emilio Lépido y César Octaviano, por si nos gusta más el Segundo Triunvirato. Ya de los políticos actuales ni hablo. Calamidad somos casi todos.
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