VIVIMOS COMO SUIZOS
Donde caiga
Tan natural es que vuelvan unos restos como que no vuelvan otros. Azaña no quería
Nunca es tiempo
La conversación
La relación de la monarquía con el exilio ha sido muy natural. Tan natural es que Don Felipe presida el funeral de Rafael Altamira llevando a su nieta del brazo como que Don Juan Carlos y Doña Sofía abrazaran en México a la viuda ... de Manuel Azaña en 1978. Menos natural es pretender enfrentar a los españoles en 2025. «Cuánto le hubiera gustado a don Manuel Azaña vivir este día, porque él quería la reconciliación de todos los españoles», dijo a los Reyes Dolores Rivas Cherif en la embajada española. «Lo sé, señora, lo sé, he leído sus obras, y lo sé», dijo Don Juan Carlos (no sé, tiendo a dudar de esa lectura). Y tan natural es que vuelvan unos restos como que no vuelvan otros. La viuda de Azaña rechazó repatriar a España los restos del presidente de la II República desde Mountaban durante la Transición. Tanto cuando se lo ofreció el Gobierno de Adolfo Suárez en 1977 como cuando se lo ofreció Don Juan Carlos en 1978. Seguía el deseo de su marido. «Que propaguen mis doctrinas si se cree conveniente, pero mi cuerpo es de la tierra donde caiga».
Dentro del espíritu de reconciliación, volvieron los restos de Alcalá-Zamora, Martínez Barrio, Largo Caballero o Indalecio Prieto, pero no los de Machado porque la familia (su hermano) no quiso. Igual que la familia de García Lorca no quiere excavaciones.
Rafael Altamira se parecía de mayor a George Bernard Shaw. En México, Altamira vivía en los apartamentos Washington, donde residían muchos estadounidenses de paso. Altamira iba un día en el ascensor cuando dos jóvenes norteamericanas empezaron a llamarle Mrs. Shaw. Le dijeron que les gustaría trabajar con él, pero que entendían que quisiera ir de incógnito e imitar un acento extranjero. Luego él miró fotos y vio que sí se parecía. Bernard Shaw escribió 'Common Sense About the War' tras el estallido de la I Guerra Mundial. No le hizo muy popular sostener que los países en guerra eran culpables por igual. La suya era una opinión tan sensata como extraordinaria para algunos. Para algunos es extraordinario lo del Rey con la nieta de Altamira. Es lo normal.
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