ARMA Y PADRINO
Carlos es una gran actriz
Si el sexo biológico no tiene ningún valor no tienen sentido las categorías diferenciadas en concursos y premios
La madre que poseyó a Bolaños
La tele que nos merecemos
La palabra transfobia, como islamofobia, se ha convertido en 'detentebala' dialéctico para abortar debates incómodos a fuerza de moralizarlos de antemano: si discrepamos, es por maldad y punto. Es más, si disentimos en un aspecto, por mínimo que sea, es una enmienda a la totalidad. ... Así, considerar que mujeres transexuales no deban participar en competiciones femeninas (porque creemos que acaba con la competencia justa y viola espacios íntimos y privados al dar acceso a los mismos vestuarios) implica odiar a los transexuales, negar la disforia de género, pretender arrebatarles derechos y libertades, aspirar a su desaparición y muerte y ejecutarla con nuestras propias manos. No exagero: cuando se estaba debatiendo la Ley Trans en la conversación pública, me puse en contacto con la activista transexual Mar Cambrollé para plantearle un intercambio de ideas con el catedrático de Filosofía del Derecho Pablo de Lora, en desacuerdo con algunos aspectos de la misma. Le ofendió que quisiese recabar argumentos a favor y en contra para que el lector pudiese alcanzar una opinión propia y formada y rechazó mi ofrecimiento, con indignación manifiesta, porque eso era, cito textual, «como poner a debatir en igualdad sobre la ley de violencia de género a una mujer maltratada con el que será su asesino». El símil es, no solo obscenamente hiperbólico, sino falaz y tramposo: no tiene nada que ver disentir y expresarlo con cometer un homicidio (sonroja tener que escribir esto). El debate, pues, está envenenado. Pero como me pagan por opinar y no por hacer amigos, diré que me parece mal que la actriz Karla Sofía Gascón sea candidata al Oscar a mejor actriz. Verán que le llamo Karla y actriz, disculpen el 'vayapordelantismo', porque respeto que el actor antes conocido como Carlos Gascón se sienta ahora muy mujer y decida dejarse el pelo largo, aumentarse los labios, pintárselos con carmín, ponerse vestidos y responder solo si le llaman Karla con K. Si no le importa a la mujer heterosexual con la que se casó y que ahora es lesbiana, de pronto, sin mediar voluntad alguna, cómo me va a importar a mí. Por supuesto, tampoco quiero que nadie le discuta ni rapiñe ni uno solo de los derechos, libertades y oportunidades de los que disfrutamos el resto de ciudadanos. Pero el hecho de que el Oscar a la mejor actriz se lo pueda llevar un hombre, por muy mujer que se sienta (y parezca), no creo que sea un triunfo del feminismo. Si el sexo biológico no tiene ningún valor, como parecen tratar de imponernos, no tienen ningún sentido las categorías diferenciadas en concursos, premios, pruebas o competiciones. De ser así, digo, que se dé un Óscar a mejor actor (masculino genérico), todos contentos y fuera polémicas. Pero entonces, y a continuación, deberíamos acabar también con todas las leyes que tienen su base configurativa en el sexo (como la de Viogen, la del 'Solo sí es sí' o la de representación paritaria), porque habrían dejado también de tenerlo. Dicho esto, la peli no la he visto. Que lo mismo la veo y creo que se merece el Óscar a mejor actor. No lo descarto.
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