Perdigones de plata
Tradiciones
A Ellroy los tormentos le queman las entrañas y le persiguen sus rincones oscuros
La «blanquitud»
Sustancia, condumio y mejunje
Me gusta cumplir ciertos ritos que vienen de ese lado hispano que en el fondo representa una suerte de tradicionalismo algo disparatado. Están nuestras circunstancias y nuestras tradiciones. En cuanto aparece en el mercado la última novela de James Ellroy, allá voy. Así ejecuto ... una tradición antañona que se inició cuando, hace siglos, descubrí 'La dalia negra'. Recuerdo picotear sin rumbo en una librería. El título me atrapó porque me recordaba a 'La dalia azul' de Chandler. Abrí la primera página y me topé con la dedicatoria: «Madre: veintinueve años después, esta despedida de sangre». La preciosa y turbulenta dedicatoria me voló la cabeza como si uno de sus personajes, Pete Bondurant, hubiese disparado contra mi cráneo. La compré de inmediato, claro. Desde entonces, acumulo todo lo suyo.
Obsérvese que, la mayoría de las dedicatorias de los escritores suelen resultar insulsas como una pachanguita futbolera. Suponen un alarde de bienquedismo, un trance engorroso, una bagatela oportunista, un peaje ordinario. Las novelas se dedican a «mi novia Amparo que es el faro que me guía», a «mi amada esposa porque ella me sacó del arroyo», a «mis querido hijitos Tonete y Pepito por todo el tiempo que les he robado al escribir esta novela» (pues ya se podía haber ahorrado ese tiempo y así no nos daría la tabarra, por cierto), «a mi familia, incluidos mis maravillosos cuñados porque siempre me han comprendido» o «a mi perrete Toby, porque mientras trabajaba él movía la cola risueño y eso me inspiraba». Por sus dedicatorias les conoceréis, que dijo el sabio. Sé que la originalidad es un bien escaso, y que propinar un trallazo tan fuerte de entrada requiere un esfuerzo vinculado al crujir de las meninges. A Ellroy los tormentos le queman las entrañas y le persiguen sus rincones oscuros, por eso le chisporrotea la sesera. Frente al 'thriller' bobalicón con psicópata malandrín y mujer policía tan traumatizada como lista, ponga un Ellroy en su vida. Si su estómago consigue entrar en ese universo, no se arrepentirá.
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