Perdigones de plata
Tarugos
Tanta pasta en sus bolsillos y jamás sienten un ligero deseo por cultivarse para mejorar
Sabios
Coloso para todo
Descorazonador. Lo desesperante es la mugre intelectual que envuelve a los miembros del asunto 'abalesco'. No hay manera. Entre toda la alegre cuadrilla sospechamos que no se han leído ni un mísero libro, acaso ni siquiera la etiqueta del champú. Pero esta suposición se ... fundamenta, más allá de la intuición, en la máxima que desafiaron cuando propinas un palo glorioso de unos cincuenta millones de pavos; esto es, quédate quieto, congelado y no des el cante. No le regales un pedrusco a tu novia, no te compres una mansión, no te agencies un cochazo de lujo. Quédate quieto, quieto parado, quietecito como un Tancredo hasta que las aguas se tranquilicen. Pero ellos a gastar, a invertir, a vacilar, a disfrutar de lo (presuntamente) robado.
No les exige uno profunda cultura de la que te permite presumir de los tropecientos tomos del diario de Sainte Beuve, ni siquiera que hubiesen leído a los maestros del género liderado por Hammett y Chandler, pero hombre, una novela estilo 'hard boiled' de entretenimiento trallero a lo Mickey Spillane o Donald H. Clarke sí podían haberse tragado para aprender y no cometer imprudencias. Incluso en el cine muestran culturilla raquítica, porque en 'Uno de los nuestros' explican de maravilla que, tras un formidable atraco, conviene hibernar un tiempo, pues de lo contrario acude Robert De Niro/Jimmy Conway y te fulmina por bocazas. Los grupos asilvestrados de amantes de la trincada bellaca, de la cosecha de dinero negro que recolectan mediante comisiones ilegales que desvían de las arcas públicas, apabullan por su analfabetismo funcional, por su desprecio hacia cualquier jirón emparentado con las artes y las letras. Mala es su querencia hacia la trampa, pero peor es su atroz paletismo. Tanta pasta en sus bolsillos y jamás sienten un ligero deseo por cultivarse para mejorar, incluso para prosperar en sus siguientes fechorías. Conseguido el botín, se lanzan vulgares a por los productos de gama alta porque nunca erradican sus pensamientos de baja estofa. Por eso les atrapan. Por tarugos.