PERDIGONES DE PLATA
Negocios
Quiero una sociedad preñada de negocios legítimos porque sólo así será rica, libre y fuerte
Atrevida ignorancia
Contante y sonante
Recién nacidos somos un boloncho de fláccida carne que se convierte de inmediato en suculento negocio ávido de pañales y papillas. La vida es negocio. Todo es negocio. Pisamos la calle por la mañana, con la máscara sobre la jeta para ocultar nuestros verdaderos humores ... y el cuchillo de bucanero entre los dientes, dispuestos al negocio porque somos negociantes de nosotros mismos, nuestra primera mercancía, la que tratamos de vender mediante zalamerías, sonrisas y palmaditas en chepas ajenas. Cómpreme algo, jefe, por caridad, que la vida está muy cara y peor discurrirá con los aranceles de sangre y fuego.
El candor de los manifestantes del otro día que denunciaban los estragos de los altos precios de las viviendas resulta conmovedor. «Contra el negocio de la vivienda», era el lema principal. No entienden que, si la vivienda no cristaliza en lícito negocio, nadie construirá edificios y, por esa senda, quizá moremos dentro de poco en parques de caravanas como los de la basura blanca sureña que sobrevive bajo la sombra de los montes Apalaches anestesiada por bourbon ilegal elaborado con el alambique heredado del abuelo. La crisis del 2008 hundió en los infiernos a los señores del ladrillo. Les criminalizamos. Les acusamos de múltiples pecados vinculados con la codicia, de ese modo pudimos arrojar las culpas contra el otro, algo que nos encanta. Hoy se construye lo justo y faltan pisos para el personal en busca de emancipación, pero no se observa que disparen legislación favorable para iniciar obras que aumenten la oferta. Además, de las manifestaciones se desprende cierto odio hacia, en general, los negocios que lubrican nuestro sistema. Siempre y cuando estemos sometidos al imperio de la ley, los negocios son buenos pues sólo el trapicheo legal nos permite la pitanza caliente de cada jornada. Yo quiero una sociedad preñada de negocios legítimos porque sólo así será rica, libre y fuerte. «No es nada personal, sólo son negocios». Michael Corleone siempre lo supo, y no conviene llevarle la contraria.
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