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Perdigones de plata

Necesitan tiempo

Me fascina la necesidad de algunos jóvenes hacia ese paraíso artificial llamado tiempo libre

La mala vida

Sin prisioneros

Ramón Palomar

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La mayoría de los operarios de su pequeña empresa supera los cincuenta años. Gente curtida de manos rugosas y dedos coronados por uñas semejantes a destornilladores de estrella. Trabajan la recia carpintería metálica. Compañeros del metal con mono azulón que saben lo que vale un ... peine y desconocen las pamplinas de red social. Brilla histérico el soplete escupiendo fogonazos que son rayos mitológicos. Las virutas de acero alfombran el suelo. El patrón paga bien, mima a su equipo, vadea los rigores de los impuestos porque su corazón es de hierro corrugado y ofrece un horario decente. Se termina a las 17:00 horas y los fines de semana libres. Pero de vez en cuando, pura ley de vida, se le jubila alguno de la vieja guardia, un pretoriano coriáceo, y entonces busca energía juvenil para cicatrizar esos huecos. Y no encuentra. No hay manera.

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