Perdigones de plata
La mano y el fuego
Hay algo de martirologio cristiano en lo de poner la mano en el fuego, gesto grandilocuente que algunos pronuncian desplegando los aspavientos que deben de acompañar semejante declaración como de kamikaze barbacoa dominical. Aquí somos de enchufar la mano sobre el fuego purificador para ... confirmar la honestidad del que defendemos hasta extremos de calores infernales. Como las fogatas proyectan mucho tirón cuando nuestras fiestas, existe una variante protagonizada por los pies. Los mozos de San Pedro de Manrique, la víspera de la noche de San Juan, caminan sobre las brasas cumpliendo un rito que segrega algo de faquir ignífugo. Un 'coach' espabilado, de los que aprovecharon la crisis del 2008 para aconsejar a la gente cómo escapar del atolladero, montaba el espectáculo de las brasas y sus discípulos cruzaban sobre esa manta incandescente. El mensaje resultaba cristalino: si eres capaz de pisotear las ascuas, puedes conseguir cualquier meta. Tú puedes, amigo. No consta, sin embargo, que un audaz de aquellos acabase fraguando una empresa de éxito abrasador.
María Jesús Montero comentó el otro día que «ponía la mano en el fuego» para salvaguardar la honra de un subalterno. Ay, qué miedo, mamaíta. Acaso la ministra olvidó que esa expresión data de la época del tardofelipismo, cuando la descomposión reptaba por doquier, naufragábamos en pirotecnia chanchullera y la carcoma se adueñó del sistema. La de manos que acabaron torrefactadas en aquellos tiempos… Desde entonces, junto a la sensata recomendación de nuestros padres, la de «nunca seas el avalista de un amigo», el personal concluyó que jamás convenía colocar la manita en el fuego por el prójimo. Ni de coña. Las manos son sagradas además de ser apéndices altamente inflamables. Ignoro si ahora demarra el tardosanchismo y la caída del tinglado de nuestro presidente se acerca, pero mejor no poner la mano, a ver si se escalda y, al final, se parece a la 'nueva' nariz de Lucas, el de Andy y Lucas. Eso sería un desastre. Las manos, mejor quietas y a la vista.
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