Perdigones de plata
Jefe de jefes
Esto es como lo de las matrioskas rusas, que abres una y brota otra
La mano y el fuego
'¡Hola, pueblos!'
A los Tigres del Norte, pioneros de los narcocorridos, les debemos un tema mítico titulado 'Jefe de jefes', genuino homenaje al legendario narco llamado Miguel Ángel Félix Gallardo. Ser jefe de jefes no es cualquier cosa. Has alcanzado la cima en una selva despiadada donde prima la sangre, el plomo, la plata, el polvo (blanco, se entiende) y la traición ... . Coronar esa cumbre indica que te has doctorado 'cum laude' en la maldad más rotunda. España es un país de jefes y también contamos con un jefazo en la butaca del máximo poder.
Inmersos en los actuales líos, qué quieren, lamento deslizarme hacia la frivolidad acaso como única manera de sobrevivir, me causó mucha gracia averiguar que el jefe del gabinete de Sánchez disponía, a su vez, de una jefa de su propio gabinete, la (presunta) filtradora que guasapeaba con Lobato, el defenestrado. Esto es como lo de las matrioskas rusas, que abres una y brota otra. Lo que ignoro es si la jefa del gabinete de Óscar López tenía a su vez un particular jefecillo de gabinetillo para redondear la jugada. Mucho jefe y poco indio a pie de obra, observamos. Aquí cualquiera es jefe de algo, de lo que sea. En nuestra moderna España los honestos 'comerciales' que viajaban con su maleta para vender tornillos mutaron en doctos 'ejecutivos de cuentas' que aprendieron en cursillos dirigidos por una imitadora de Begoña Gómez. Para no traumatizar al personal, todos ascendieron a la categoría de 'jefe' y así igualamos, como en la educación, gracias al socialismo, siempre a la baja para abrazar la mediocridad que tanto satisface a los tarugos. Uno recibió su educación sentimental en los recreativos ochenteros y, allí, sólo había un 'jefe' dominando el cotarro. Lucía un faldón con múltiples bolsillos donde tintineaba la calderilla que nos proporcionaba el cambio para nutrir nuestro vicio de futbolín y máquina Petaco. Al jefe de esos templos se le respetaba porque era justo y, además, expulsaba a los babosos pederastas. Los petulantes jefes de gabinete de hoy, a su lado, unos tolilis.
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