Hazte premium Hazte premium

Perdigones de plata

La España espontánea

Los 'selfis' y la tontería se cargaron la espontaneidad y hemos embarrancado en el postureo

Cosas raras

La vida es bulo

Ramón Palomar

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Casi todas las tardes, por estas fechas, aquellas televisiones culoncias emitían corridas de toros en el fúnebre blanco y negro que amortiguaba el rojo de la sangre. Mientras trasteaba con alguna novela de Karl May o así, mi madre nunca se las perdía. Sólo ... despegaba la napia del papel según la intensidad de los grititos maternos. Un grito ronco de puro miedo indicaba que el cornupeta había volteado al matador hacia la órbita de Marte. Otro que segregaba un tono como de emoción contenida reportaba una embestida furiosa que había arrollado al caballo blindado junto al picador, mandándolos a besar la arena. Pero el gritito agudo que alcanzaba la frontera del barrio afirmaba que un espontáneo había saltado al ruedo portando una camisolina desflecada a modo de muleta. Ahí levantaba la vista. Me fascinaban esos espontáneos porque se montaba un alboroto formidable, y aquel caos fertilizaba mi incipiente querencia hacia la transgresión. Aquellos espontáneos eran puro rockanroll de piano incendiado por Jerry Lee Lewis.

Artículo solo para suscriptores

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación