Perdigones de plata
Qué descanso
Cabe agradecer al actual gobierno la amabilidad que muestra al preocuparse por nosotros
Suecia paga
Un tío raro
Se conoce que nuestra sesera alberga una memoria frágil, quebradiza, atolondrada. Si a esto le añadimos que, parece ser, somos gente de personalidad entre raquítica y voluble, tan sólo cabe agradecer al actual gobierno la amabilidad que muestra al preocuparse por nosotros, por nuestras inclinaciones a la hora de comprar y leer un periódico ... , de contemplar un telediario que pueda deprimirnos con alegría o de elegir una emisora de radio que nos despierte de madrugada. Si cumplen con su propósito regenerador, ojalá sí, caminaremos tranquilos y las confusiones que nos perturban al dudar entre la verdad verdadera y el bulo de bagatela bastarda, se evaporarán.
Sospecho que el gran jefe y su cuadrilla de irreductibles fieles entienden que nos entretenemos con el vuelo de una miserable mosca, de ahí que, cabezas huecas como somos, nos dejemos manipular por los medios, los seudomedios, los gilimedios, los minimedios, las redes, las trolas, los videntes, los nigromantes, los cuñados, ese primo hermano avispado que aprendió a rascar la guitarra en un cursillo a distancia para convertirse en el centro de la fiesta y cualquier leyenda que se imprima para deleite de los fordianos. En efecto, nuestro criterio no es sino basura, por eso nos impondrán una bella vigilancia que nos sacará del atolladero para ofrecernos un horizonte informativo cristalino. Hasta ahora hemos sufrido una desviación mental que nos impedía descubrir el fulgor de la verdad, pero eso se acabó. Intentaron educarnos con la nutrición al despreciar la carne y nos indican como desplazarnos para ver si olvidamos el maldito coche. Sólo deseo, pues, alcanzado este punto, que nos digan cómo vestir, cómo tertuliar con los amigachos sin escupir tacos e incluso cómo pimplar copas con nuestra pareja cuando el precalentamiento de los trances íntimos. Llevamos años encapsulados en la libertad e incluso el libertinaje que nos permitía funcionar a nuestra bola. Grave error. Por suerte, el gran jefe por fin pone orden. Él pensará por nosotros. Qué descanso.
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