editorial
El PSOE paga sus favores a Bildu
Sánchez vuelve a romper su palabra y permite que el Partido Socialista entregue la Alcaldía de Pamplona a los radicales vascos, en contra de lo prometido antes de las elecciones de julio
El Partido Socialista entregó ayer la Alcaldía de Pamplona a EH Bildu, la misma formación política que en el mes de octubre se negó a condenar en el Ayuntamiento de Vitoria el ataque a la tumba de Fernando Buesa. En estricto cumplimiento del proceder sanchista, el PSOE hizo lo que en numerosas ocasiones prometió que jamás haría. Sin embargo, en esta ocasión, la ruptura de la palabra pública resulta singularmente dolosa por dos motivos. El primero de ellos es que la entrega de Pamplona a los proetarras se ocultó de manera deliberada a los electores, al igual que el conjunto de prebendas que no han trascendido y con las que Sánchez se garantizó el apoyo de Bildu en su investidura. Recordemos que el acuerdo con los herederos políticos de ETA es el único que no se ha hecho público, aunque paulatinamente seremos testigos de su puntual ejecución. En segundo lugar, esta nueva ruptura del compromiso político atañe a uno de los consensos vertebrales que han caracterizado a los dos grandes partidos de gobierno durante nuestra democracia: no apoyar ni favorecer la gobernabilidad de aquellos que siguen homenajeando a quienes en su momento optaron por el exterminio físico de quienes no compartían su ideario nacionalista.
EH Bildu no es un partido equiparable a ninguna otra formación europea. En sus listas para las pasadas elecciones municipales se contaron hasta 44 condenados por terrorismo, siete de ellos por delitos de sangre. Algunos candidatos llegaron a presentarse como elegibles en las mismas localidades donde asesinaron. Sólo un día después de que el presidente del Gobierno lamentara una supuesta polarización asimétrica, los socialistas de Navarra han optado por revertir sus apoyos anteriores a las elecciones del 23J y facilitar el acceso de los radicales a la Alcaldía de Pamplona. Entre los nuevos ediles se encuentran personas con un perfil singularmente siniestro. Joxe Abaurrea, por ejemplo, está condenado por agredir a dos mujeres y jamás ha condenado la violencia etarra. Maider Beloki contrató en 2019 a los 'payasos abertzales' que abiertamente apoyan a los presos etarras. No es ninguna sorpresa ya que desde el entorno de Bildu es muy habitual encontrar expresiones de apoyo o adhesión a los homenajes a etarras que, lamentablemente, siguen realizándose en el País Vasco y Navarra.
Sería una tentación hablar de la ruptura de líneas rojas o de la quiebra de algún límite, pero lamentablemente es muy posible que ya ni siquiera sea posible establecer una continuidad entre el Partido Socialista que combatió a ETA y a la ideología aberzale y el partido que hoy lidera Pedro Sánchez. En el caso de Pamplona, resulta especialmente dolorosa la cooperación necesaria que han ejercido los socialistas para sumar un territorio pacificado a la divisiva y fanática contienda nacionalista. En su huida hacia adelante, el PSOE sigue dilapidando su patrimonio político y este capítulo representa el abandono definitivo de aquel proyecto común que los demócratas de todas las ideologías construyeron para hacer frente al totalitarismo violento. Pedro Sánchez ha inaugurado muchas primeras veces en el PSOE, pero el blanqueamiento de los herederos de ETA que todavía se muestran incapaces de condenar a quienes asesinaron incluso a compañeros de su partido, supone un salto cuántico en el derrumbamiento moral del Partido Socialista. Que Pamplona pase a manos de Bildu es una noticia fatal. Pero que lo haga de mano del PSOE, en contra de lo comprometido y quebrando su condición de partido muñidor del pacto constituyente, es un hito definitivo en nuestra historia democrática.
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