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el retranqueo

El PNV viejuno

El partido tiene una compleja disyuntiva: el 'no' al PP está claro, pero como costalero del sanchismo todo le está fallando demasiado

Cortarse las venas (12/9/23)

Palabras bonitas (5/9/23)

Manuel Marín

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El PNV se ha convertido en un partido que ya no sorprende como antes porque la inercia invita a dar por hecho, sin demasiada discusión, su apoyo a Pedro Sánchez. Al PNV se le percibe cansino, repetitivo, previsible, gris. Su calculadora es célebre –cada ... trueque es una anodina película de final conocido–, y su falta de evolución lo está haciendo viejuno. Va de partido de orden, pragmático, utilitarista, tan seriote, tan de corbata oscura, tan aburrido. Se han convertido en tipos sombríos, y aún está por ver a algún político del PNV sonreír por algo. No lo tomarán a mal. De hecho, cultivan y ensayan la mueca para no sonreír. Es una estética cuidada, como la del vendedor de seguros bien peinado que siempre te habla de lo importante porque el resto es chasca. Dinero y nación. Su ADN ya no es sabiniano y sus 'aúpas' de antes escasean. Es soso, de rictus grave, y tienen esa impronta severa que aparenta fiabilidad cuando en realidad visten alma de mercader de feria de toda la vida. Dicen que no engañan a nadie… salvo a sí mismos porque se nos han quedado antiguos en dos elecciones. En un par de meses. Y no se aclaran en su rigidez. Tan estables siempre, tan nerviosos ahora. Tan controladores antes, tan inciertos hoy.

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