Suscríbete
Pásate a Premium

bala perdida

Un pícaro analógico

Da un poco de ternura, el Pequeño Nicolás, que es peón de la picaresca de una España analógica

Picnic, no gracias (23/1/24)

Contra cierto amor (20/1/24)

Ángel Antonio Herrera

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Resucita un pícaro de la temporada, ya casi prehistórica, de la vieja normalidad, cuando era un empleo la falsificación de un deneí, o bien te inventabas el bisnes de heraldo de oro de la Monarquía, o del Gobierno en curso. Me refiero al Pequeño Nicolás ... , al que ya le han rematado una serie en Netflix, como a Bosé o a la novia de Cristiano Ronaldo. El Pequeño Nicolás se libró, un día ya remoto, de cumplir la selectividad, por suplantación, y luego se libró de domiciliarse en la cárcel, por sentencia corta. Pero no se ha librado de una teleserie, con lo que resulta estrella de estreno antes que estrella de la trena. La noticia de alcance es que el Pequeño Nicolás existe. Todavía. El Pequeño Nicolás, que ya es zagalón, casi en edad del primer divorcio, tiene su propia amnistía, una teleserie donde se recrea su caso. Entre Marlaska, que es una puntería en no dar una, y el Tito Berni, que pulía en lupanares, el Pequeño Nicolás nos queda ahí en medio como lo que fue, un zagal de lejanías que entrenaba la astucia del alterne de trapicheo con buen coche. Le habíamos perdido en el foco de las primicias, pero no, porque aún existe en lo alto de una España de golfería virtual, cuando él promueve un zángano al ralentí, que fue creyendo en el birlibirloque de gomina y el hipnotismo de buena agenda. El Pequeño Nicolás se procuró un deneí donde lo falso era la foto, con lo que ya vemos que en él el propósito puede superar al narcisismo. Cuando en España los delitos se alivian como si la mentira fuera cosa de fiar, un chaval de poca eslora, como éste, pasa de la judicatura de los telediarios al reparto de un cinexín biográfico. Nunca supimos si colocarlo en la página de sucesos, o de nacional, o de famosos. Pero ahí está. Es un figurante de Berlanga que no habría caído del todo bien a Berlanga, por poco pobre, por poco rico. Da un poco de ternura de nostalgia, el Pequeño Nicolás, que es peón de la picaresca de una España analógica, pero de ayer mismo. Entre el trinque de coleguis y el copeo de emboscada.

Artículo solo para suscriptores

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación