TIEMPO RECOBRADO
La verdad frente a la 'realpolitik'
Lo que era malo ahora es bueno, lo que no era legal es hoy constitucional, lo que antes no se podía pactar es un bien para la nación
Cuando Albert Camus fue difamado por repudiar el estalinismo, dijo una frase que no he olvidado: «No necesitamos esperanza, sólo la verdad». Era una crítica a quienes obviaban las prácticas de un Estado totalitario en la Unión Soviética en nombre del comunismo y el ... progreso. Lo que quería expresar Camus es que, por encima de cualquier ideología, están los hechos.
Entre los que se alinearon con las tesis del internacionalismo proletario y del realismo socialista se hallaba Sartre, que rompió su amistad con el autor de 'El extranjero'. Sartre creía en la legitimidad de la lucha de clases y el movimiento obrero, encarnados en el Partido Comunista francés, oráculo y depositario único de la izquierda. Camus denunció los campos de concentración y la persecución de los disidentes y se distanció del dogmatismo de un aparato convertido en instrumento de Stalin y cómplice del terror.
Frente a la defensa de un régimen totalitario que justificaba la violación sistemática de los derechos humanos, Camus levantó la idea de la rebelión individual como consecuencia de la libertad. Para él, era más importante la coherencia personal que la pertenencia a la corriente dominante.
A pesar de haber pertenecido a la Resistencia, Camus se revolvió contra la tiranía de unas élites que sacrificaban su independencia intelectual a las consignas del Kremlin, convertido en una apisonadora que aplastaba la disidencia. La verdad era despreciada en las campañas de difamación a Tito, a Kravchenko, a Koestler, calumniados de nazis disfrazados.
Han pasado 70 años y el mundo ha cambiado mucho. El comunismo se ha derrumbado y los horrores del estalinismo son hoy repudiados. Pero hay una cosa que se mantiene con ligeras variantes: la imposición de una manera de pensar desde el poder, que se considera legitimado para extender certificados de buena conducta. Al que se aparta de lo políticamente correcto, se le cancela.
Tal y como sucedía con la 'realpolitik' soviética, el poder utiliza un enorme aparato mediático para convencer a los ciudadanos de la bondad de una causa como la amnistía que no tiene más justificación que el interés de mantenerse al frente del Gobierno.
Lo que era malo ahora es bueno, lo que no era legal es hoy constitucional, lo que antes no se podía pactar es un bien para la nación, aquellos que estaban al margen de la ley son pilares del Estado. Y todo por siete escaños.
Si el estalinismo defendía una visión de un mundo de malos contra buenos, de imperialistas contra proletarios, para justificar la iniquidad, ahora Sánchez y sus aliados se envuelven en la bandera del progreso y las libertades para legitimar unas bochornosas concesiones al independentismo, antítesis de los valores de la izquierda. Sí, tenía razón Camus: lo importante es la verdad.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete