TIEMPO RECOBRADO
A tiempo de decir 'no'
El hombrecillo que huyó en un maletero, un cobarde manifiesto, un megalómano que se cree Napoleón, pretende hacer trizas la Constitución
El hombrecillo que se creía Napoleón (5/9/23)
En manos de Puigdemont (4/9/23)
Tras la exigencia de Puigdemont de una amnistía exprés, la reacción de significados colaboradores de Sánchez es que hay un margen para una negociación puesto que el líder independentista no ha puesto como condición el referéndum de autodeterminación para apoyar la investidura. Cierto. Pero ... lo hará cuando convenga a sus intereses. Lo que sí sabemos es que van a exigir también reivindicaciones históricas como la transferencia del poder judicial, la cesión de infraestructuras y de la caja de la Seguridad Social, la condonación de la deuda y el desmantelamiento del Estado en Cataluña. Y eso para empezar.
Lo más paradójico del asunto es que Junts y ERC sumaron menos escaños que el PSC y que el conjunto de los partidos nacionalistas obtuvieron 26 asientos en un Congreso de 350 diputados. Ambos se arrogan la representación del pueblo catalán, de la que impúdicamente se apropió Puigdemont con un mayestático 'nosaltres'. Y se atribuyen el derecho a decidir por todos nosotros, secuestrando la soberanía nacional.
Escribo estas líneas con el propósito de que Sánchez recapacite. Confío en que antepondrá los intereses generales y los fundamentos de la convivencia a su legítimo propósito de formar Gobierno. Entre otras razones, porque su liderazgo saldría muy fortalecido si no cede al chantaje.
La amnistía no sólo sería un error sino además una infamia, una verdadera claudicación y una traición a los principios del PSOE. No sólo es inconstitucional, como Sánchez, Carmen Calvo, Marlaska, Campo e Iceta sostenían hasta hace muy poco, sino que también es un baldón para la democracia.
Amnistía significa en griego olvido y no perdón, como se ha dicho. Pero es mucho más que hacer borrón y cuenta nueva. Es convalidar el intento de golpe de Estado del independentismo catalán, deslegitimar la sentencia del Supremo y poner bajo sospecha la aplicación del artículo 155. Equivale a reconocer que se sancionó arbitrariamente a los sediciosos, que los tribunales vulneraron la legalidad y que Puigdemont tenía razón al afirmar que España no es un país democrático.
El sistema que nació de la Constitución de 1978 y de la Transición se convertirá en un cadáver si el PSOE asume esta vergüenza. No hay justificación alguna ni esta vez se podrá echar la culpa al PP y a Vox. La amnistía por la que salimos a luchar en 1976, cuando todavía Arias Navarro era presidente, fue una conquista de la izquierda. Fue una medida para pasar de forma pacífica de una dictadura a una democracia y sirvió para la reconciliación en el marco de un régimen de libertades. Ahora significa impunidad.
El hombrecillo que huyó en un maletero, un cobarde manifiesto, un megalómano que se cree Napoleón, pretende hacer trizas la Constitución y que le pidamos perdón por su ignominia. Sánchez está a tiempo de decir no.
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