tiempo recobrado
Sobre la mentira
La política es un contrato con los electores, que el presidente de Gobierno está incumpliendo con sus contradicciones y sus giros
Cine, nostalgia y atardeceres
Sánchez Ferlosio
Uno de los temas más interesantes que se ha suscitado este verano es el debate sobre la mentira. Se le acusa a Sánchez de ser un mentiroso y al Gobierno de aprovecharse de los bulos para cercenar la libertad.
Mentir es intentar engañar a ... propósito, con la intención deliberada de confundir. Si no existe esta voluntad y se expresa algo erróneo, no se miente. Tampoco cuando se dice una falsedad piadosa para proteger a nuestro interlocutor. Por ejemplo, yo oculté a mi padre su grave enfermedad degenerativa. Eso no es una mentira o, al menos, estaría justificada.
Otra consideración es que se miente sobre hechos, no sobre opiniones. Puedo afirmar que Mussolini no fue un dictador y eso sería un error, pero no una mentira. Por eso creo que no se deben sancionar penalmente las opiniones, no sometidas a restricciones por muy disparatadas que sean.
San Agustín escribió sobre la mentira. Sostenía que es la contradicción entre lo que se piensa y se expresa. Y aunque la Iglesia no la incluye entre los pecados capitales, uno de los diez mandamientos dados a Moisés prohíbe los falsos testimonios contra el prójimo.
La gravedad de la mentira reside en que degrada al que la profiere porque daña su credibilidad y mina la confianza que rige en las relaciones humanas. El mentiroso antepone su interés al de los otros, a los que reduce a la condición de víctimas de su ego.
¿Es Sánchez un mentiroso? ¿Miente el Gobierno cuando promete una cosa y hace lo contrario? Cada uno responderá a estas preguntas según su criterio y su sesgo ideológico. Pero no voy a eludir mi opinión: Sánchez miente para mantenerse en el poder. Él refutaría este punto de vista y diría que cambia de opinión en función de las circunstancias.
El problema que suscita su comportamiento no es tanto el carácter inmoral como las consecuencias que se derivan: la pérdida del valor de la palabra y el deterioro de la confianza en las instituciones. La política es un contrato con los electores, que el presidente de Gobierno está incumpliendo con sus contradicciones y sus giros.
El bien más preciado de un dirigente es la fidelidad a sus compromisos y no el mantenimiento en el poder. Cuando esto se rompe, la acción de gobernar se convierte en un ejercicio de supervivencia y en una traición a los principios.
El fin nunca justifica los medios porque los medios se acaban por convertir en el fin. Y aquí reside el alto precio que conlleva la mentira: corrompe las acciones más nobles y destruye la política, como subrayaba Cicerón, un hombre que pagó con la vida por sus opiniones.
Renunciar al poder por coherencia es un acto de grandeza al alcance de pocos. Fue lo que hizo Adolfo Suárez, un gesto que no fue comprendido en su día pero que hoy revela su talla política y moral.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete