TIEMPO RFECOBRADO
Ritos de cortejo
Los ciudadanos van a tener que votar dentro de unas semanas en clave sentimental
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Los gestos son siempre mucho más reveladores que las palabras. Podemos ocultar lo que realmente pensamos mediante el lenguaje, pero los gestos nos delatan. Nos vuelven transparentes. Una mirada puede ser más reveladora que un largo discurso. Muriel Spark describe el ambiente de una ... escuela femenina escocesa en los años 30 en 'La plenitud de la señorita Brodie' y apunta como la posición en la que colocaban las chicas sus bicicletas cuando estaban charlando con sus pretendientes revelaba su interés por la relación. Todo era sutil y elusivo. Esa referencia me recordó la descripción que hace Marcel Proust en 'La Recherche' de los movimientos de cortejo de Charlus en un patio para seducir a uno de sus amoríos. Lo que no se puede expresar con palabras se dice con muecas y ademanes.
Volviendo a Spark, apunta que uno de los elementos de diferenciación de cada chica en esa escuela era la posición del sombrero sobre su cabeza. Levantar el ala hacia adelante o hacia atrás o ladear su posición era un signo de carácter e incluso de invitación al flirteo. Asegura Georges Bataille que todo lo que tiene un rostro manifiesto encierra una esencia oculta. Nada es como parece ni como se manifiesta. Más bien, lo cierto es lo contrario. Todos encerramos en nuestro interior aquello que nos da miedo que perciban los otros.
Esto no sólo es verdad para entender la naturaleza de los individuos sino también para captar el modo como funciona la política, donde las palabras y los programas embellecen el propósito de los líderes, que no es otro casi siempre que llegar al poder.
No digo que todos los dirigentes sean iguales ni que las ideas carezcan de importancia. Pero lo que estamos viendo en esta campaña es cómo los discursos se adaptan a las circunstancias y como se justifican acciones contrarias a lo que siempre se ha venido defendiendo. Un ejemplo obvio: el PSOE reprocha al PP los pactos con Vox cuando Sánchez lleva cuatro años apoyándose en ERC y Bildu. De forma simétrica, Feijóo justifica ahora sus acuerdos con los mismos argumentos utilizados por el PSOE para gobernar con Podemos.
La política guarda un extraordinario parecido con los ritos del cortejo. Y no es posible entender lo que está pasando en esta campaña si no se interpreta más por los gestos que por los discursos, por lo que se sobreentiende más que por lo que dice, por la connotación y no la denotación. La batalla se libra en el terreno de las emociones.
Dada la banalidad del debate y la ausencia de propuestas que no sean demagogia, los ciudadanos van a tener que votar dentro de unas semanas en clave sentimental. Las elecciones se ganan o se pierden hoy por la capacidad para seducir a unos votantes que, como la señorita Brodie, se fijan más en la posición del sombrero que en la literalidad de las promesas.
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