tiempo recobrado
Cuando las palabras son las cosas
Es más fácil que a uno le toque el gordo de la lotería en dos sorteos consecutivos que Puigdemont vuelva a España para sentarse en el banquillo
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El fraile franciscano Guillermo de Ockham gozó de una popularidad inesperada gracias a 'El nombre de la rosa', la novela de Umberto Eco, luego llevada al cine. Fue acusado de herejía en torno a 1330 tras cuestionar la infalibilidad del Papa y criticar a ... los dominicos por su afán de riqueza.
Ockham sostuvo que no existen ideas de validez universal, ya que creía que el conocimiento es una mera abstracción de lo sensible. Lo único que percibimos son las cosas concretas. Dicho con otros términos, captamos la pluralidad de los seres a los que damos un nombre. En este sentido, los conceptos no son más que denominaciones que ponemos a las cosas. Lo que llamamos 'realidad' es una construcción del lenguaje.
Ya vemos que Ockham refutó a Pedro Sánchez siete siglos antes de que éste pronunciara su aserto de que la verdad es la realidad. El padre del nominalismo escribió: «Non plus quam vox est sui significati», lo cual alude a que sólo existen los significados que damos a las palabras y que no podemos formular juicios de validez universal.
Viene a cuento recurrir a Ockham en unos momentos en los que los debates en la política española giran en torno a la interpretación de lo que dicen los dirigentes y no sobre el fondo de los asuntos. El nominalismo se ha impuesto sobre la concepción aristotélica que tanto predicamento halla en Sánchez.
En las últimas 48 horas, hemos escuchado numerosos comentarios sobre unas palabras de Feijóo, que declaró a los periodistas que era partidario de un indulto con condiciones a Puigdemont. En general, casi todos los analistas han coincidido en que el líder del PP se pegó un tiro en el pie.
Lo que me llama la atención es la polémica creada sobre un futurible que es una mera especulación. Es más fácil que a uno le toque el gordo de la lotería en dos sorteos consecutivos que Puigdemont vuelva a España voluntariamente para sentarse en el banquillo y, más tarde, arrepentirse de sus actos. Eso no va a suceder jamás.
Los contemporáneos de Ockham discutían sobre la naturaleza de los ángeles. Ya el evangelista Mateo aseguraba que carecen de apetitos sexuales, pero, como nadie los ha visto, es imposible verificar la afirmación. El debate sobre Feijóo es igual que el del sexo de estos seres alados e inmateriales.
La política se ha vuelto autorreferencial, se discute sobre los marcos mentales creados por los partidos y se interpretan las interpretaciones de las interpretaciones. De los asuntos sustanciales como la educación, los impuestos o los servicios públicos, ni una sola palabra. Nada.
«Los hombres han sido siempre víctimas del engaño propio o ajeno», observó aquel fraile franciscano que se salvó de la hoguera de puro milagro. Sabía por experiencia el peligro de las palabras cuando se ponen al servicio del poder.
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