tiempo recobrado
Otoño
Nadie es capaz de asumir que el futuro está fuera de nuestro control por mucho que nos esforcemos en prevenir la adversidad
Sobre la mentira
Cine, nostalgia y atardeceres
Llega el otoño. Y con él, la caída de las hojas, los días cortos, la lluvia, la melancolía. La vuelta a la rutina genera un sentimiento de nostalgia, pero también de confort al sumirnos en los ritos cotidianos. Son los hábitos que nos protegen de ... los embates del tiempo.
Estos días ha llovido en Madrid durante la noche. La ciudad estaba extrañamente vacía, el viento sacudía las hojas de los árboles, las calles, llenas de charcos. El preludio de un otoño que no sabemos lo que nos va a deparar.
Casi todos los medios han incluido en sus páginas el pasado fin de semana análisis sobre las expectativas del nuevo curso político. Y han puesto su atención al anuncio de Pedro Sánchez de convocar el congreso del PSOE en noviembre. El presidente nunca deja de sorprender con decisiones que cogen con el paso cambiado a amigos y enemigos.
Resulta inevitable formular hipótesis sobre el futuro. Forma parte de la condición humana. Me interesa mucho el futuro porque es el sitio en el que voy a pasar el resto de mi vida, decía Woody Allen. Así es. La paradoja es que nadie sabemos lo que nos espera. Y ello es aplicable no sólo a la existencia humana sino también al ámbito de la política.
Que todo es volátil, cambiante y perecedero es una verdad común que ninguna persona sensata niega. Pero nadie es capaz de asumir que el futuro está fuera de nuestro control por mucho que nos esforcemos en prevenir la adversidad. La desaparición de amigos este verano ha acrecentado mi sensación de la fugacidad de la vida y la inevitabilidad de la muerte.
No estoy defendiendo la filosofía medieval del 'vanitas vanitatis' que incita a renunciar a los placeres de este mundo, pero sí que creo que casi todo lo importante que nos sucede es fruto del azar y de lo imprevisto. Los llamados 'cisnes negros' no sólo se producen, sino que lo cambian todo. Por ejemplo, la pandemia.
Estos días, los medios han subrayado las dificultades de Sánchez para gobernar, intentando anticipar la duración de la legislatura. Algunos creen que no pasarán muchos meses sin la convocatoria de elecciones generales. Pero lo cierto es que ni Sánchez lo sabe porque su continuidad depende de factores imposibles de prever. La historia de España desde la muerte de Franco está llena de sorpresas y de decisiones que nadie esperaba. Desde la dimisión de Suárez a la moción de censura contra Rajoy, abundan los ejemplos.
Ni el futuro está escrito, ni existe una lógica de la historia, ni la racionalidad mueve a los seres humanos. Antes bien, somos contradictorios y sujetos a las emociones. Irrumpen cambios sociales y tecnológicos que nos desbordan y condicionan nuestras vidas. En definitiva, viajamos en un barco cuyo rumbo es tan inseguro como azaroso. La vida es esencialmente incertidumbre. Sólo la caída de las hojas en otoño es ineludible.
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