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No olvidar a Camus

Gracias al derribo implacable de la figura de Camus, Olivier Gloag, profesor de la izquierda 'woke', ha logrado que se hable de él

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La tentación de crearse una reputación intelectual derribando a quienes han entrado en el panteón de la historia de las ideas es tan vieja como recurrente. El caso más reciente es el de Olivier Gloag, profesor neoyorquino criado en Francia, que acaba de publicar ' ... Oublier Camus', un libro que ha suscitado una mezcla de perplejidad y escándalo.

Eso es lo que pretendía. Gracias al derribo implacable de la figura de Camus, ha logrado que se hable de él. Y hay que reconocer que Gloag tiene talento, que su obra está bien documentada y que es brillante desde el punto de vista literario. He leído con avidez desde la primera a la última página.

Dicho esto, es preciso subrayar que el libro está lleno de falacias, manipulaciones, medias verdades y descalificaciones que lo convierten en un ajuste de cuentas. «Camus fue el último gran escritor colonial», sostiene Gloag.

Haré un breve resumen de sus afirmaciones más arriesgadas. Asegura que Camus nunca cuestionó el orden colonial en Argelia y que legitimó la dominación y la explotación de los franceses. Acusa al autor de 'El hombre rebelde' de prejuicios racistas y de falta de compromiso. Arremete contra él por haber magnificado su papel en la Resistencia y de haberse apropiado de los méritos de Pascal Pia, su amigo y mentor, al frente de 'Combat'. Y subraya que durante toda su vida tuvo celos y envidia de Sartre, que era muy superior intelectualmente a él. En ese contexto, afirma que 'El mito de Sísifo' es una obra banal e intrascendente.

Entrando en el terreno personal, dice que era machista, que dejaba cualquier conversación para seducir a una mujer y que no soportaba las críticas. Gloag señala que desairó en numerosas ocasiones a Sartre, siempre generoso con su talento. Pero además no duda en bordear el ridículo cuando enfatiza que Mersault, el protagonista de 'El extranjero' y su alter ego, asesina a un hombre árabe porque «se ha entrometido en su Jardín del Edén» al privarle de la luz solar en la playa.

Gloag ignora las denuncias del colonialismo en sus crónicas sobre Cabilia, su lucha por los derechos de los argelinos como miembro del Partido Comunista, que se jugó la vida en la Resistencia y que fue proscrito por su rechazo del estalinismo.

Nada de esto tiene valor para este profesor de la izquierda 'woke', empeñado en cancelar a Camus y en condenarle al infierno de la xenofobia, el colonialismo y el pensamiento reaccionario. Su «olvidar a Camus» sirve de recordatorio de lo mucho que le debemos, de la honestidad de una trayectoria en la que antepuso la verdad a la conveniencia y el tacticismo.

Sartre fue grande, un gigante intelectual, pero Camus también. No hay que elegir ni demonizar a uno para ensalzar al otro. Los dos contribuyeron a modelar el espíritu de su tiempo a pesar del libro de Gloag.

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