TIEMPO RECOBRADO
Cuando el emperador es fuente de ley
En España, la ley sí hace excepciones cuando es en provecho del césar
![Cuando el emperador es fuente de ley](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/opinion/2022/11/18/pablo_20221118114359-U53168047807xEy-1200x630@abc.png)
La ley debe ser como la muerte, que no hace excepciones. La frase es del barón de Montesquieu y autor de 'El espíritu de las leyes', un libro donde sostiene que la división de poderes, y en concreto la independencia de la Justicia, es la ... base de la democracia parlamentaria.
Aunque España es formalmente un régimen parlamentario, la división de poderes ha sufrido un progresivo deterioro desde que se aprobó la Constitución en 1978. Nuestro sistema político ha derivado hacia un presidencialismo encubierto en el que el poder legislativo se ha transformado en un apéndice del Gobierno.
Esto lo estamos observando en la forma de actuar de Pedro Sánchez, que ha convertido a su grupo parlamentario en una extensión de lo que él decide en La Moncloa. No hay debate, no hay autonomía, no hay iniciativa en unos diputados socialistas que se limitan a ejecutar las ordenes que emanan del presidente.
Montesquieu sostenía que una de las causas de la decadencia del Imperio Romano era la concentración de poderes en una sola persona. Roma fue durante siglos una república, basada en la limitación de mandatos de los cargos electos y el equilibrio entre sus instituciones. Tras las dictaduras de Sila y Julio César, el sistema se transformó en un imperio donde la autoridad religiosa, política y legislativa se sustentaba en la figura del emperador.
Salvando las distancias, el presidente del Gobierno es no sólo quien dirige las políticas que emanan del Consejo de Ministros, sino además quien 'de facto' tiene la potestad de cambiar las leyes desde la sumisión de su grupo parlamentario, aunque ahora debe pactar con Podemos y ERC para sacar adelante sus proyectos.
Este presidencialismo explica iniciativas como la reforma del delito de sedición, el bodrio de la ley del 'sí es sí' y la tentativa de cambiar la tipificación de la malversación. De las tres, la peor sería la última que, de prosperar, supondría un serio retroceso en la lucha contra la corrupción. Según ha sostenido un ministro, es más grave que un funcionario se enriquezca con fondos públicos que usar ese dinero para comprar votos o financiar las cloacas del Estado.
Si el grupo parlamentario, los ministros y los cuadros socialistas tuvieran la mínima autonomía, ninguna de estas medidas hubiera podido salir adelante. Pero la única voluntad que cuenta es la del emperador, que, como en el circo romano, decide con su pulgar. Quita, pone y manda sin consultar a nadie.
Boris Johnson y Liz Truss fueron destituidos por su grupo parlamentario. Aquí sucede al revés. La disciplina interna y los mecanismos de selección de los dirigentes favorecen ese presidencialismo, sólo limitado por un poder judicial que cada día es menos independiente. En España, la ley sí hace excepciones cuando es en provecho del césar.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete