tiempo recobrado
Las dos Españas
Todo se reduce a eso: al espectáculo puro y desnudo, a una representación que conecta con las emociones
Mutación constitucional
Esclavo de sí mismo
Lo de las dos Españas no es un tópico ni un vestigio. Hay una España que sigue a Motos y otra, que enciende el televisor para ver a Broncano. El primero es de derechas y el segundo, de izquierdas. Cualquier interpretación de la pugna ... entre los dos pasa por claves políticas. El voto sirve para explicar las preferencias de la audiencia. No hay nada nuevo en ello. El país ya estuvo dividido entre Joselito y Belmonte, Bahamontes y Loroño, Kubala y Di Stefano, El Cordobés y El Viti, Fraga y Carrillo y ahora entre Antena 3 y TVE. Estas polémicas suscitaron virulentos enfrentamientos en la barra del bar. Ahora la historia se repite en los medios y en las redes.
Cuando a un dirigente del régimen franquista le preguntaron si había libertad de prensa, respondió que los españoles eran libres de elegir entre el Marca y el As. Podemos decir hoy lo mismo: todos somos libres de sintonizar a Motos o a Broncano. Y ello marca un signo de identidad. A partir de ahora, será tan definitorio seguir a Broncano como votar al PSOE. Los dos son excelentes profesionales del entretenimiento. Ingeniosos y rápidos de reflejos, dominan el medio. Su éxito no es gratuito sino fruto del esfuerzo y del talento. Confieso que el estilo informal de Broncano me gusta, al igual que su sentido esperpéntico del humor. Pero como sucedía antaño con el Marca y el As, Broncano y Motos ofrecen el mismo producto con un envoltorio distinto. La forma es el fondo en sus respectivos programas porque, en suma, todo se reduce a espectáculo. Nada que no pueda ser trivializado tiene cabida.
Vimos el pasado miércoles a Arzuaga y Millas en 'La Revuelta', disfrazados de viejos rockeros e intentando ser graciosos. No querían desentonar con el ambiente ni decepcionar a una audiencia que jaleaba las bromas de Broncano y sus colaboradores. En lugar de soltar un discurso sobre la evolución humana, se sumaron al tono distendido del programa. No es que quisieran promocionar su libro, lo que intentaban era no hacer el ridículo. Comprensible.
Todo se reduce a eso: al espectáculo puro y desnudo, a una representación que conecta con las emociones y cuyos golpes de efecto impiden el distanciamiento crítico del espectador. El que se sienta en la butaca o frente a la pantalla es también parte de la función que, en el caso de Broncano, se desarrolla en un teatro.
El viejo McLuhan sostenía que el medio es el mensaje. Y tenía razón. La banalización de lo real que inspira el trabajo de Motos y Broncano es el mensaje. Mejor quedarse en la superficialidad de las cosas que bucear en peligrosas profundidades. La vida es lo suficientemente compleja y dramática como para reírse un rato. No está mal. A mí también me entretienen, aunque añoro aquella televisión en la que Soler Serrano entrevistaba a Josep Pla en 'prime time'.
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