la tercera
Los desnudos de Ricardo Segundo
«Aunque encasillado como pintor regionalista, el genio de Ricardo Segundo también se desplegó en otros temas y subgéneros, como el desnudo. Cuadros como el de 'Elegía', 'El Virtuoso y las Musas' o el de 'Homenaje a Velázquez' nos lo revelan como un verdadero maestro»
Cuando el gran pintor Jules Pascin, de padre español, fue consciente de que el éxito de su primera exposición era mérito del erotismo de sus desnudos, se ahorcó. Lo mató la pacatería de su época y la falta de criterio para diferenciar el arte del ... desnudo femenino, su naturalidad y su erotismo, de la vulgar y grosera pornografía. Los dioses no tenían en Grecia más atributo que el de su perfección física, y sólo el desnudo puede conjugar la distancia infinita que hay entre el hombre concreto y su prototipo divino, y al mismo tiempo, el misterio de sus destinos. En el 'Gorgias' de Platón Zeus sentencia que el hombre debe ser juzgado desnudo; esto es, en su forma transcendental. Los vestidos de los dioses son su belleza y fuerza desnudas, y el hombre desnudo representa lo humano intemporal e incircunstanciado. El hombre en su esencia eterna. Por ello la mayor parte de los personajes desnudos de las grandes obras plásticas viven en un profundo ensimismamiento, como signo de arquetipos inmortales. El desnudo supera las contingencias de la vida terrestre, más allá de las peripecias de la vida. La desnudez acerca a la divinidad. La desnudez es nuestro ser metafísico más esencial y definitorio.
Pocos temas pictóricos son tan arquetípicos como el desnudo. La belleza humana responde a un número, a un canon, a límites y acotaciones milenarias. Por ello no hay tema más académico que los desnudos. Y más allá de lo acotado linealmente, de lo canónico, de lo modélico, sólo existe el infinito, la fealdad y el mal, nos dice Filolao. No hay mayor antídoto plástico contra la vulgaridad que un hermoso cuerpo desnudo. Por otro lado, el desnudo es la primera audacia del pensamiento. Pues es más fácil reducir a la cara la expresión inteligible de un cuerpo vestido, que mantener la personalidad individual en el rostro de un cuerpo desnudo. Las playas nudistas ofrecen caras anónimas en cuerpos familiares. Se requiere mucho talento artístico para dotar a un cuerpo joven desnudo de una cabeza pensante, o singularmente distinguida.
La gran pintura española, la de Velázquez, Ribera, Murillo, El Greco, Zurbarán o Goya, está repleta de desnudos, bien sean de Cristos, angelotes, mártires, figuras mitológicas o exaltación de la belleza femenina. En el siglo XX muchos y brillantes artistas cultivaron el desnudo, dejando verdaderas obras maestras, como Ignacio Zuloaga, Romero de Torres, Sotomayor, Manuel Benedito, Anselmo Miguel Nieto, Eugenio Hermoso, Gabriel Morcillo, Gregorio Prieto,Benjamín Palencia, Marcelino Santa María, o el madrileño Ricardo Segundo, del que hablamos aquí.
Aunque encasillado como pintor regionalista, verdadero maestro en el género, el genio de Ricardo Segundo también se desplegó en otros temas y subgéneros, como éste del desnudo. Y tiene su lógica, porque hasta la pintura costumbrista de Segundo tiene más de expresión de belleza emotiva, que de belleza descriptiva, que es la propia de los pintores regionalistas. Cuadros como el de 'Elegía', 'El Virtuoso y las Musas' o el de 'Homenaje a Velázquez' nos lo revelan como un verdadero maestro en el desnudo. Las tres mujeres llorosas de 'Elegía'( del griego 'elégeya', lamentación ) es toda una obra maestra de un genio casi adolescente. Una mujer llora de pie, otra sentada y otra duerme yacente agotada por el lamento. Las melancólicas desnudas actúan en una atmósfera supertelúrica, propia de los intermundia, en donde lo elemental desaparece. Paisaje de asfódelos e hipotamnos parafraseado en pura luz transcendente, que a mí me recuerda las atmósferas simbólicas del suizo Arnold Böcklin.
Dentro de su quietud, en estos tres desnudos hay una quietud dinámica. Algo de capullo antes de estallar hay en estas formas soturnas de tristes presentimientos que nos hipnotizan. El perpetuo otoño del Leteo, con su verdosa atmósfera onírica, acaricia las carnes. Los tres cuerpos desnudos están en el punto exacto de su plenitud estética, en su 'akmê'. Cuadro que no agota la mirada jamás. Verdadera obra maestra.
En 'El Virtuoso y las Musas' existe una eclosión de alegría, de deliciosa eutrapelia que elogia la belleza femenina. Es todo un himno a la belleza y a la juventud. Cinco jóvenes desnudas que saludan a un violinista desnudo. Ironía optimista plena de vida con planturosas carnes aleluyáticas. Formas de alegría y plenitud fidaicas. Doncellas solares que abandonando los palacios de la noche muestran todas las rutas de la luz al joven y hermoso músico. Entre 1904 y 1905, Henri Matisse se fue a Saint Tropez con su amigo Signac, y allí convirtió en hermosa obra plástica la hermosa poesía de Baudelaire: 'Tout est ordre et beauté. Luxe, calme et volupté'. Es un óleo en el que aparece un hombre vestido, sentado a la vera de seis mujeres desnudas. Es seguro que Ricardo Segundo tuvo que tener noticia de esta obra maestra. Aquí el erotismo depende del contexto. No es igual el erotismo de seis mujeres desnudas y un varón vestido, tomando café en la habitación de un burdel, que la voluptuosidad de hacerlo en la playa, o en un campo edénico, como el de Ricardo Segundo. Pasión por la vida y la belleza. El gran arte consiste en la expresión de una pasión que ha sido dominada por las reglas del oficio.
'El Sueño de Velázquez' es un óleo que representa a tres personajes; el genio (Velázquez dormido), la Idea (en una versión un angelito, en otra 'una' ángel con peplo cuyos pliegues insinúan un hermoso cuerpo, que conocemos desnudo en el óleo titulado 'El Ángel ) y la Belleza (que simboliza una hermosa mujer desnuda pelirroja, que lleva un haz como de palma en su mano izquierda levantada en signo de triunfo y de canto a la libertad creadora –hay algo de heroína de Delacroix en su pose exhortativa–). 'El Sueño de Velázquez', también llamado 'Homenaje a Velázquez', dadas sus distintas versiones, nos inclina a creer que quizás la idea genial de Segundo no fue totalmente ultimada. Las formas de 'la' Ángel y la Belleza se han estabilizado en la calma infinita de la dicha. Esta hermosa pintura transmite la emoción del embeleso que causa la naturalidad, tan difícil de conseguir, en el desnudo de la potencia femenina. Aquí hay idealidad en el deseo.
Aunque Segundo pintó otros espléndidos desnudos, como 'Poesía', 'Composición de tres desnudos', o 'Desnudo', un precioso óleo que nos recuerda a Penagos, con cuello tubular como peana, a lo Amadeo Modigliani, quizás los más impactantes sean los tres que hemos descrito. La recuperación en Salamanca de tantas obras maestras en una excepcional exposición solo ha puesto de manifiesto la grandeza pictórica e intelecutal de un maestro.
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