renglones torcidos
Sémper no aprende
Por favor, Borja, no nos tomes por idiotas, que bastante nos duele España ya y para eso no hay analgésicos suficientes
Fascistas por todas partes (24/8/2023)
Las tesis del niño (17/8/2023)
He estado postergando el escribir esta columna por una razón de lo más prosaica: sufro estos días un dolor de espalda que tiene reducido todo mi horizonte ontológico a esa parte de mi cuerpo, que es la forma pedante de decir que no estoy para ... otra cosa que no sea atiborrarme a analgésicos y jurar en arameo sobre la vulnerabilidad que implica ser alma encarnada o cuerpo animado. A veces me pregunto si nuestra capacidad para disfrutar del placer sensible compensa los niveles de dolor que podemos llegar a padecer. La parte positiva de todo este asunto es que con el alivio o la desaparición del sufrimiento físico aparece un tipo de felicidad singular: el regocijo que te invade simplemente porque no te duele nada. Lo malo es que se trata de una alegría muy pasajera, los seres humanos siempre anhelamos más y –peor aún– buscamos donde no toca. Olvidamos pronto lo mal que estábamos.
En mi caso la escasa memoria juega a mi favor: me evita ser rencorosa, aunque no sea por virtud. Ayer jugaba con mis hijos, el mayor no sé qué hizo y lo mandé a su cuarto cinco minutos a reflexionar. Volvió con gesto huraño, murmurando disculpas entre dientes. Lo miré sinceramente sorprendida, preguntándole por qué pedía perdón. Me recordó indignado que yo misma le había castigado. Mientras, su hermana, atónita, no podía dejar de reír ante mi desmemoria. Son niños todavía, sólo se molestan o carcajean: no se dan cuenta aún del gran tesoro que les supondrá como adolescentes el tener una madre con una capacidad de retención tan deficiente como la mía.
En fin, que pensaba que el dolor no iba a permitirme escribir nada interesante, agudo, ingenioso, entretenido o relevante, pero ¡qué fácil lo pone España últimamente! ¿Y qué puede resultar más sencillo que hablar de Borja Sémper? No me rebajaré, sin embargo, a lo más sencillote, que sería decir que su partido lo lleva como puta por rastrojo con tanto golpe de timón. Es, de hecho, admirable cómo aguanta el tipo ante todos estos vaivenes. No, lo que me enterneció del de Irún es que realmente parecía creer aquello de «escuchar no quiere decir ceder» con relación a hablar con Junts. Si no vas a ceder en algo con ellos, ¿para qué querrían hablar contigo? Acaso Sémper se cree el psicoanalista de Puigdemont y sólo desea conversar con él para preguntarle, tan comprensivo él, «¿y a ti cómo te hace sentir toda esta situación, Carles?». Aquí es cuando Borja se defendería con la matraca de hablar de economía, como si esto le importara un bledo a Junts. Como si los votantes de derecha no supiéramos que, en nombre de la economía y la gobernabilidad, el independentismo ha condicionado durante cuarenta años la política nacional hasta llegar al surrealismo en el que estamos instalados. Por favor, Borja, no nos tomes por idiotas, que bastante nos duele España ya y para eso no hay analgésicos suficientes que nos alivien un carajo.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete