TIRO AL AIRE
¿Y si es una venganza de Montero?
A Díaz esto no le hace daño: al revés, la beneficia porque se pone más de relieve su heroísmo. Cuantos más obstáculos, más santa
Secretitos de Estado
En Vox son unos ligones
Coincido con María Jesús Montero en la idea de que el SMI debe tributar. Pero dado que yo no soy ministra de Hacienda ni vicepresidenta primera del Gobierno no es mi papel explicar su lado bueno. Por eso mismo, me descuadra que la ministra de ... Hacienda no salga a hacerlo. No me parece una labor complicada –recuerden que estoy de su parte–. Menos cuando se argumenta desde el marco de la izquierda. Así, dicho rápido, se me ocurre que es harto progresista porque se contribuye un poquito al Estado de derecho y, además, no todos los perceptores del SMI tendrán que pagar. Para eso están las fórmulas del Modelo 100. Esto se expone y ya está. Siempre habrá quien lo vea feo, pero cuando las premisas son potentes, y lo son, se gana la batalla del relato. De primero de Comunicación Política.
No sería ni necesario que Montero compareciera en persona. Basta un tuit, lanzar un comunicado o, ahora que estamos regresando a la política de siglos pasados, enviar un mensaje en una botella. Pero nada, a pesar de tal variedad tecnológica y mediática, silencio. Incomprensible. Paciencia, me dirán, seguro que Montero reaparece pronto. Sucede que la urgencia no es por mí. Es más por sus colegas. Porque su desaparición les está pasando factura. Ahí los vemos, sacándose los ojos. Qué espectáculo. Esto es un sainete o, como muy bien lo ha calificado mi admirado Ignacio Camacho, una autolesión. Ya es mala pata, con los tiempos difíciles que corren en Moncloa, terminar autoempañando tu última medida estrella. Tanta piña frente a las batallas judiciales para luego permitirse ¿estos descuidos?
Pongo interrogantes y perdonen que dude, pero empiezo a preguntarme si este tiro en el pie no ha tenido algo de voluntario. No porque María Jesús Montero haya querido deslustrar a su socia y aún compañera de Gobierno la madre Yolanda Díaz de Calcuta. No. A Díaz esto no le hace daño: al revés, la beneficia porque se pone más de relieve su heroísmo. Cuantos más obstáculos, más santa. Voy más allá: ¿y si Montero se está marcando una venganza algo más arriba? Me arriesgo: bastante más. Aquí, quien pierde es el Gobierno en general y su jefe en particular.
Pero ¿por qué iba a buscar vengarse María Jesús Montero de Pedro Sánchez, su todopoderoso presidente? Pues por eso precisamente. Porque ha decidido sobre ella utilizando todo su poder. Por haberla enviado de candidata a Andalucía a batirse contra un rival cuasi invencible. Ahí la entiendo. Yo tampoco querría. Pero en los trabajos a veces hay que aceptar lo que dispone el que manda. Y, además, con una sonrisa. El consentimiento viciado. Lo mismo que los españoles, sean del partido que sean, que cobran el SMI. Que, a la vez que agradecer la subida, tendrán que pagar un precio por la misma. Por imposición y sin que nadie se lo explique. Y, mientras tanto, Montero, a lo suyo.
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