TIRO AL AIRE
Relato de un asalto judicial
Hubiera sido consolador asegurarle que los otros dos poderes están con nosotros. A muerte. Que cumplen con su parte del trabajo en equipo. Pero no es justo mentir a quien nos salva
¿Cuánto dura la extrema derecha?
Presidente y parte
![Relato de un asalto judicial](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/opinion/2024/06/14/ESCUCHA-fuentealamo-1200x840-RkRvBx056kFtiCMtzHeD7cM-1200x840@diario_abc.jpg)
Las noticias no dicen si dio los buenos días al entrar. Pero ya se presentó algo airado. No nos extrañó. No suele ocurrir que la gente aparezca por nuestra casa con una sonrisa de oreja a oreja. No es que seamos antipáticos, pero los ... de fuera vienen cada uno por un lío. Los de dentro nos dedicamos a resolverlos, lo que supone montañas de trabajo, y también tenemos nuestros propios problemas.
Se supo después, pero el individuo ya había visitado otra de nuestras sedes. Había intentado indagar y sonsacar información sobre un proceso que podría afectarle. Pero no es así como se hacen las cosas. Qué manía de ir por las vías extraoficiales. Hay unos procedimientos y unos plazos que cumplir. Un protocolo. Unos funcionarios. Unas leyes. Diligencias y resoluciones. Pero nada, no hay manera de que esto lo entienda todo el mundo. Demasiada gente usa lo que está en su mano para saltarse el sistema. Este hombre, por ejemplo, llevaba sus puños y su boquita y los puso a trabajar cuando no consiguió lo que quería. Reaccionó golpeando cristales y amenazando al personal. La gente, qué humos y qué ocurrencias.
En su segundo intento la cosa fue a más. Se coló en un segundo edificio y, otra vez, enfadado, se puso violento. Rompió parte del equipo informático y gritó a los funcionarios. El burdo intento de imposición por la fuerza. ¿En sede judicial? Ya hay que tener poca cabeza. Al escucharlo, uno de nuestros guardias de seguridad llegó raudo y veloz. No tenemos muchos, pero los que hay son muy eficientes. El tipo cabreado le propinó dos puñetazos a nuestro hombre que, aun así, consiguió reducirlo hasta que llegaron los agentes de seguridad.
Dicen las crónicas que todo esto sucedió el lunes en los Juzgados de Illescas, Toledo. Los sindicatos han explicado que no es una excepción. Que cada día tienen más problemas de comportamiento y seguridad en las sedes judiciales. Yo puedo confirmarlo. En Illescas y más allá. Amenazas, tejemanejes, manipulaciones, ultimátums… Hay quien quiere, con violencia o sin ella, hacer de mi casa una selva para que impere la ley del más fuerte a su conveniencia.
Le he dado las gracias al guardia. Me hubiera gustado hacerlo con un mensaje tranquilizador. Decirle algo así como «no te preocupes por nada, todo va a ir a mejor, piensa que los de arriba, los responsables de la ejemplaridad, sí nos respetan y trabajan por que la sociedad también lo haga». Hubiera sido consolador asegurarle que los otros dos poderes están con nosotros. A muerte. Que cumplen con su parte del trabajo en equipo. Pero no es justo mentir a quien nos salva. Así que ha sido un agradecimiento breve: «Gracias, menos mal que aún quedáis algunos vigilando la Justicia». Una puede ser ciega, pero tampoco tonta.
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