TIRO AL AIRE
Esas malas lenguas
No hago más que darle vueltas a cómo se le pueden poner puertas al campo de la información en tiempos de internet
Relato de un asalto judicial
¿Cuánto dura la extrema derecha?
Como ciudadanos, ni usted ni yo podemos escapar a los juegos de poder de Pedro Sánchez. Otra cosa es cómo nos posicionamos cada uno ante sus juegos de intriga. Con bastante osadía, hasta hace unos días yo presumía de ser más que inmune ante ... ellos. Esta española alardeaba de control y pasividad frente a sus cebos, que es como llaman en televisión a esos vídeos cortos en los que te anuncian, con tono chillón pero sin desvelar, lo que vendrá a continuación. Cebar en la pequeña pantalla es todo un arte. Una forma más, quizá poco elegante pero que funciona, de atrapar a la audiencia, de engancharla, de lograr que pique.
He comprobado que los guionistas de los programas del corazón –y de las telenovelas turcas– no son más que aprendices frente a Sánchez. Lo supe el otro día al notar, de repente, un sabor a rayos en la boca mientras escuchaba al presidente hablar de su plan para acabar con los pseudomedios y los tabloides digitales. Pero, ¿qué es esto?, me alerté. Enseguida caí en la cuenta: ¡Oh, no, otra vez, no! Me estaba mordiendo las uñas de nuevo. Por enésima vez en mi vida había conseguido dejar por unos meses esta manía involuntaria gracias a un producto de sabor espantoso, probablemente el más fuerte que venden en las farmacias. Y por enésima vez, había vuelto a caer.
Yo, que pasé los cinco días de reflexión del Sánchez enamorado sin un ápice de intriga; que tengo cero interés en ver aquella serie rodada en Moncloa llamada 'Las cuatro estaciones' –supongo que como el resto de españoles–, sin embargo, he vuelto a morderme las uñas ante la expectación creada por el futuro plan de medios de Tele Moncloa.
¿He picado el cebo? Sí, lo reconozco. No hago más que darle vueltas a cómo se le pueden poner puertas al campo de la información en tiempos de internet. Miren que no he dicho de inteligencia artificial. Basta quedarse con las redes sociales. Sánchez no debe relacionarse mucho con la gente normal que te dice «lo he visto en WhatsApp, lo he visto en la tele, lo he visto en internet». Él dale que te pego con lo de acabar con los medios que difunden bulos. También dijo en 2020 que iba a poner coto a las 'fake news'. Cuatro años después, aquí estamos.
Por eso me muero por saber, tanto que he vuelto a morderme las uñas, cómo va a conseguir Pedro Sánchez lo que no puede conseguirse ni en democracia ni sin ella. Acabar con las malas lenguas. Porque, con internet o sin él, no lo consiguen ni la censura ni las dictaduras.
Contaba Unamuno en 'San Manuel Bueno, mártir', que aquel cura «jamás declamaba en sus sermones contra la mala prensa». En cambio, «uno de los más frecuentes temas de sus sermones era contra la mala lengua». Cuando me muerdo las uñas, me queda un regusto desagradable por el esmalte amargo. En cualquier caso, es inocuo. Otros se llenan la boca y quieren leyes contra las lenguas, pero como se muerdan la suya, se envenenan.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete