TIRO AL AIRE
Aquí huele a elecciones
Afinen sus pituitarias y detectarán nuevos matices. Para empezar huele todo el rato, y es un olor de una fijación pegajosa
Cuando gobierne la izquierda…
El soplito
He venido hoy aquí a darles un poco de trabajo. Algo así como a entrenar una parte de su olfato. Imaginen que los españoles, por lo que sea –pongamos una pandemia hipercontagiosa que ha afectado a todo el sistema y a todas las instituciones–, hubiéramos ... perdido el olfato político. Imaginen, sólo imaginen, nada que ver con la realidad, que sufrimos de anosmia política. Padecer esta afección supone que nuestro olfato político está atrofiado: ya no somos capaces de discriminar olores a nuestro alrededor.
Dicen quienes han sufrido tal enfermedad, la real, la física, la del nervio olfativo, que es un fastidio. Primero, porque este sentido es más clave de lo que creemos. Del olfato depende el gusto, de modo que se pierde el placer de la comida. Segundo, porque podría parecer que la anosmia podría tener una ventaja, una sola, la de ahorrarnos los malos olores. Pues ni eso. «A rayos», me dijeron varios amigos que perdieron el olfato por la Covid. Todo les olía a rayos.
Los españoles estamos un poco así con el Gobierno de Sánchez. Andamos sumergidos en una bruma pestilente que enmascara cualquier nuevo perfume que pueda aparecer. Se siente, pero en la batalla de los olores como en tantas otras siempre gana el más fuerte. Por contaminación. Y sin embargo, si se fijan –y para eso estoy yo aquí– de algunos puntos surgen nuevos aromas camuflados entre el tufo general. Hay que concentrarse bien. Por eso traigo hoy la caja de aromas que era lo que se recomendaba usar en el Covid para reentrenar las narices.
Afinen sus pituitarias y detectarán nuevos matices. Para empezar huele todo el rato, y es un olor de una fijación pegajosa, de los que no se quita, a falta de presupuestos. No, no les dije que les trajera olores buenos, sólo diferentes al aroma general.
También huele a batalla interna en la UTE Sánchez&Cía. Todos sabemos a qué huele el pegamento, ¿verdad? Pero, ¿a qué huele un roto? Atentos, aquí lo tienen, es el olor de las refriegas políticas por el impuesto a las energéticas o las medidas en materia de vivienda. Y así, los socios ya huelen a ambiente preelectoral. Y cada uno, a lo suyo.
En otro de los grandes malos olores de esta legislatura, el caso Koldo, ya caso Ábalos, también empieza a tomar fuerza uno de sus matices. El de llevarnos a elecciones. Por mucho que en Moncloa se rocíen con litros de agua de colonia limpita y quieran transmitir la idea de que siguen jugando a 'El Uno' tan pichis, el tufillo se les cuela por las ventanas. O más bien emana de allí. De sus despachos, de sus pasillos, de sus jardines. ¿O no les huele a elecciones que justo se emita ahora la serie repipi sobre la vida de Sánchez? Era ahora o nunca. No quedaba otra. A veces hay que tomar este tipo de decisiones. Igual pasa lo mismo con las elecciones. No hace falta mucho olfato político para comprobar que pronto no va a quedar otra.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete