Pero, ¿gritó usted que no?

No sé si el juez le ha preguntado a Elisa Mouliaá si le levantó la mano al expolítico. Pero sí que le ha interpelado en un tono supercordial, elegante y respetuoso, sin interrumpir, ya habrán visto, varias veces, si le dijo que no, si le dijo que parara, que no quería. El consentimiento de palabra. Yo me acuerdo siempre del chiste de lo de firmar. A ver si ahora para ligar va a haber que firmar un contrato y luego risas. Un sí o un no grande. Porque si no… ya saben, algunos no se enteran. Hay que entender el tono y las preguntas de juez: si no le dice usted un no como una casa, ¿cómo se entera el de enfrente? ¿Y si es tontito, cortito, psicopatito? ¿Cómo se va a 'coscar' de lo que no le apetece a una mujer? Que se puede llegar muy alto en política, saber qué quiere y qué necesita un pueblo, un país entero, pero no saber qué quiere la piba con la que vas a una fiesta. La falta de comunicación, ese gran problema de las parejas. Ellos, se dice, no entienden las señales. Siempre fue la mujer la responsable de la buena comunicación. (Nota mental: a las clases de defensa personal hay que sumarles un curso de hablar mejor en pareja). Los chicos son malos, solo quieren, ya saben... Y por eso vosotras sois las guardianas. Asumidlo. Las responsables de tantas cosas que pasan entre un hombre y una mujer. De ahí la importancia de un cerrar las piernas a tiempo. Un quedarte en casa con el bebé. Un «que me dejes en paz», «que me dejes» alto y claro. O un buen tortazo a tiempo si tiene la mano muy larga. Así no pasan estas cosas. Que no aprendéis. Además, a ratos ya no sé en qué quedamos. ¿No queríais igualdad? Entonces, ¿qué es eso de quedarte paralizada cuando el tío al que te pretendes ligar te toca las tetas? No hay quien os entienda. ¿O es que acaso viene usted a denunciar ahora porque el tipo en cuestión no ha querido algo más, por ejemplo, casarse?

Mis amigas, las que aseguran que le darían una leche a cualquiera que se propasara con ellas –no lo dudo–, también lamentan que por denuncias como esta hay muchísimas mujeres atrapadas en relaciones de altísima violencia que no se atreven a pisar un juzgado. Viendo el interrogatorio del caso Errejón-Mouliaá, sólo puedo darles la razón.