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EL RETRANQUEO

¿Vas a ser un binguero?

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Manuel Marín

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Las promesas electorales no son sólo un reflejo de quien las inventa, sino un espejo de quien las cree en función de estúpidas quimeras, que son las mejores medidoras de la ingenuidad. Repiten que los políticos en campaña son una casta de mentirosos, abrazaniños ... de saldo, que no están preparados, que muchos jamás trabajaron antes y son trepas en busca de puestos de salida. Se dice que no tienen escrúpulos, que son profesionales de la nada, y los sabemos trovadores de sueños imposibles que juegan con tu vida de peón. Sin embargo, las promesas tienen ese halo brillante, esa purpurina provocativa que aunque te indica que todo es un fraude, sabe sacarte un cierto regusto en tu engaño. Podían hablar de principios, de valores, de la adaptación del neoconservadurismo a los tiempos superando antiguallas desfasadas, de cómo reparar el desfondamiento del liberalismo imperfecto que tanto imanta pese a sus averías, de cómo se puede ser progresista con tanto burgués de una izquierda que vive como un suizo.

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