EL RETRANQUEO
El referéndum es hoy
La ventaja de Sánchez y el separatismo es que la modorra social ya surte efecto
El sexador de columnistas
Costalero, ahora sí
No hay urnas ni esteladas, ni tipos con barretina y lazos amarillos, pero figuradamente el referéndum, la votación para que Cataluña se separe de España, ya se está celebrando. Dentro de unos meses, Santos Cerdán irá a una emisora y revelará que lleva meses ... cerrando los flecos de un pacto fiscal, por supuesto plenamente constitucional. O así. También nos dirá que se ha previsto una consulta autorizada, legal y todo eso, y las negociaciones con Junts y ERC para conocer el texto de la pregunta definitiva se extenderán hasta la madrugada. Será una noche a la antigua, de esas de ceniceros y colillas. La pregunta no podrá ser directa, claro, que hay que encubrir una ilegalidad. Tendrá que ser difusa, casi en diferido, que diga sin decir y dé cuartelillo a Sánchez.
Dará igual si la amnistía está en vigor o si la ha paralizado Europa con cualquier cuestión prejudicial. En el fondo, la amnistía siempre tuvo mucho de señuelo. Como cuando Rodríguez Zapatero creyó que la Constitución se podía retorcer en diagonal redactando un mero estatuto que la sustituyese. Como si poder crear poderes judiciales autonómicos o haciendas propias pudiera ser solo la voluntad coyuntural de un presidente bajo el simplismo fraudulento de que «Cataluña se define como nación». Por la convivencia y la concordia. Sí. La amnistía, como los indultos, son la morralla lanzada para que la pieza gorda se acerque al cebo auténtico, el del referéndum.
La estrategia del PSOE con la consulta es mimética a la ensayada con los indultos, la derogación de la sedición o la amnistía. La primera fase es la de la negación. Los ministros pululan entre micrófonos con el «no es no», pero en realidad esa es la antítesis de la realidad pretendida, que es introducir el debate en el subconsciente colectivo manteniendo públicamente una mentira como verdad irrefutable. El globo sonda está lanzado. La segunda fase es la ocultación. Se da por zanjado el asunto y se presenta como una reivindicación inasumible, pero al tiempo el secretismo se impone en la negociación de unas bases de mínimos factibles. Oye, ¿y por qué no? La tercera fase es la filtración. De repente, empiezan a aparecer expertos juristas tácticamente diseminados en medios afines, e incluso se publican virtuosos dictámenes con apariencia de seriedad que interpretan la realidad hasta pervertirla con un goteo incesante. Cualquier chatarra legal evoluciona hacia una expectativa sostenible. En la cuarta fase se empieza a aceptar una consulta como una posibilidad remota, como un resquicio 'democrático' plausible porque ya hay debate jurídico. Ya todo es discutido y discutible.
Quinta, la emocionalidad. Crear la atmósfera necesaria de fractura social para equilibrar los platillos de la balanza y que parezca que quien se opone es un ultra recalcitrante capaz de rechazar la convivencia y la pacificación. Sexta fase, la modorra social, la anomia colectiva, la sofronización global, el abatimiento… Ocurre cuando ya no escandalizan los indultos o la amnistía. Ocurre cuando la mentira y la verdad se confunden en el magma y las certezas que sustentan el sistema se resienten. De tanto repetir que algo es grave, dejará de serlo por pura indolencia mental. Y gana la duda. El referéndum se está celebrando ya.