EL RETRANQUEO
Galindo, no te necesitamos
Un tipo cobra por ejercer de florero mientras un Estado decide cancelarse
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No es posible comprender el 'procés español' sin atender a tres simples claves: el dinero, la mentira y la ireversibilidad de lo aprobado. Un relator, mediador, acompañante, notario, tu 'onlyfans' ginebrino, gana más dinero cuanto más grave ve el conflicto diagnosticado. Por eso conviene ... crear una coartada, la de dos partes aparentemente irreconciliables que necesitan de un arbitraje bien financiado que prolongue la teatralización. Tiene que fabricarse la idea de que hay un cisma irresoluble necesitado de un revisor de consensos para pasar la minuta al cobro. Por cierto, ¿paga el PSOE, que es Sánchez, o el Gobierno, que Hacienda somos todos? La pregunta es qué relator necesitan Sánchez y Puigdemont si las cesiones ya están decididas. La conclusión del tal Galindo, cuya trayectoria le avala como un fervoroso de los estados 'plurinacionales', será que el conflicto se enquistará sin un referéndum separatista. Al tiempo.
A ver, si realmente la negociación partiese de un empate a intransigencias, cabría la posibilidad cierta de que nuestro Galindo pudiera obrar el milagro de aplacar a Puigdemont y que renunciase a la independencia, ¿no? Pero es que nadie piensa en ello ni siquiera como hipótesis, y menos aún Sánchez. Todo está amañado. Galindo no es ningún mediador, sino un abogado de parte, un Boye de salvadoreñas maneras, un infiltrado en la democracia para desmontarla. No estamos ante una negociación en la que dos extremos en máximos buscan ceder, sino ante una extensión de Puigdemont con experiencia en narcoguerrillas, conclusiones predeterminadas y angulas de primero. Su trabajo no es verificar. Sólo dar fe de una claudicación preestablecida haciendo caja.
La mentira. Más falta hace un mediador entre Reynders y Bolaños que entre Sánchez y 'Puchi'. Cuando el ministro proclama que a la Comisión Europea «le preocupan cero» la ley de amnistía y el daño al Estado de derecho, ni siquiera es necesario que Reynders le desmienta. Se agradece el afán por sonsacar al comisario simpaticote. Pero la trayectoria del ministro avala el negocio –'Engaños Bolaños S.L.'–, y si dice cero, quiere decir entre siete y nueve. No sufra Reynders por su verdad, que la mentira de Bolaños es melón catado por aquí, y ya nos da igual.
Acreditada la farsa, la irreversibilidad de lo que se firme deviene de la narcotización social. Esto del relator es un cuento de Navidad, algo así como la aceptación de la mentira como dogma una vez que el Gobierno da legitimidad a un 'notario' afín a la causa separatista. Y eso plantea una certeza escalofriante: su nula neutralidad. El problema surge de atribuir una función vinculante a un tipo que cobra por ejercer de florero mientras un Estado decide cómo cancelarse. Normalizando la falsedad se perpetúa la irreversibilidad. Si Sánchez y Puigdemont coinciden en que hubo 'lawfare', en que el golpe fue legal, y en que el presidente caerá si nada de eso se da por 'verificado', ¿qué corta un relator en esto? Eso ya lo sabíamos sin el marmolillo de Galindo enredando. Nos bastaría con Sánchez, que sabe 'verificar' muy bien siete escaños sin necesidad de notarías suizas.
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