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el retranqueo

¿De quién depende la amnistía? Pues ya está

Sólo se intuye una metástasis en el sistema nervioso de la democracia

Manuel Marín

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La duda era aclarar si Puigdemont querría desestabilizar el sistema desde dentro, como Bildu y ERC, o desde fuera. Era un tipo acabado, un 'friki' del indentitarismo condenado a ser carne de 'meme', un icono caído de rutina irrelevante y milagros latentes, suspendido en ... vida y desahuciado. Se le ha infravalorado. Hoy ha dejado en 'shock' al PP, ha tensionado al PSOE, ha desarmado a las instituciones, ha ninguneado a ERC, ha criminalizado al Supremo, maneja el Congreso, ha silenciado al Consejo de Estado, ha movilizado a la derecha sociológica, y ha sentado en la sala del piano de un hotel de Bruselas al mensajero Santos Cerdán como un buda feliz a la espera de su azucarillo. Y todo, desde un maletero, decretando su propio estado de alarma. En su inclinación por la delincuencia no ha mentido. Ha logrado que el patrimonio de la mentira sea exclusivo del PSOE. Lo hemos convertido en víctima mientras esta democracia peronista-visceral se embarulla a bofetadas culpándose a sí misma y convenciéndose de que pedirle perdón es una obligación moral. Puigdemont hace lo que debe hacer, lo que sabe hacer. A cambio, el PSOE cree fortalecerse difuminando cualquier frontera de la decencia política, estresando la convivencia y disfrazando de mal menor cualquier ilegalidad. Cuando en una democracia el fin justifica los medios, la verdad viene de nalgas.

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