Hazte premium Hazte premium

el retranqueo

No sé qué decirte, ministro

No te culpo ni siquiera por esa frialdad. Es solo que tu trabajo ha terminado

Esto ya lo hemos vivido

Es tu muro

Manuel Marín

Esta funcionalidad es sólo para registrados

En frío, que han pasado unos días y las emociones se calibran con otra mesura. ¿En serio, Marlaska? ¿En serio no te das cuenta? Sé que es retórico preguntar por la dignidad en estos tiempos en los que el poder se insonoriza, se aísla ... y se protege. Aguanta, Fernando, aguanta. Pero hombre, dónde quedó la dignidad de aquel juez con toga insobornable. Dónde arrumbas la entidad de lo humano. ¿No te sientes rechazado? ¿De verdad lo artificial del poder, la película mental del ala oeste y esas estupideces te han hecho tan insensible? Me pongo en tu lugar en el funeral donde una viuda de ojos amargos te mandó a hacer puñetas, e imagino el papelón. Un trago sentir tanto desprecio ajeno, una muesca más en tus ojeras, ministro, un escalofrío que te paraliza. Decir a alguien que sobra, que no lo quieren ni ver, que se vaya. Pero me pongo más en el lugar de esa madre de dos niños, y me pongo en sus noches huérfanas, y no te entiendo. Porque en realidad no soy capaz de ponerme en su lugar. No concibo tus tragaderas. Ni tus medias verdades. Ni tu aplomo impostado, casi cobarde. He estado en tanatorios en los que han echado al jefe cínico a empujones. Porque las caras desencajadas no pueden ser negociables. Y es desagradable. Pero tú ya, sin empatía, no te miras en el espejo en que sí se pueden mirar los héroes.

Artículo solo para suscriptores

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación